Oviedo, Javier CUARTAS

La renovación y revisión de las condiciones del contrato de arrendamiento de la marca Central Lechera Asturiana (Clas) por la sociedad agraria del mismo nombre a su filial Corporación Alimentaria Peñasanta (Capsa) es «un claro ejemplo», según Clas, de la «recuperación del protagonismo» que esta sociedad de ganaderos «nunca debió perder» en sus empresas filiales, incluida Capsa, el mayor grupo lácteo de capital español. Según Central Lechera, la negociación entre accionistas de Capsa por el uso de la marca determina «un nuevo marco de relación», en el que Clas «reivindica su relevancia».

Clas explica así, en su último boletín interno, la decisión estratégica de Central Lechera Asturiana sobre el futuro del mayor grupo industrial lácteo español -del que posee la mayoría de control, con el 56,39%- y, por vez primera, hace pública su posición sobre la controvertida renovación del contrato de alquiler de marca, que fue aprobado en el consejo de administración de Capsa sólo con los votos de Clas. El grupo francés Bongrain (27%) y Liberbank (10,9%) votaron en contra y anunciaron acciones judiciales contra la decisión. Caja Rural de Asturias (5%) se abstuvo.

En la publicación, Clas justifica las nuevas condiciones contractuales, según las cuales el canon anual que debe pagarle Capsa por el uso de la marca Central Lechera Asturiana pasa de 2.06 millones de euros a un mínimo de 4 millones. Esta cifra podría llegar a un máximo de 7 millones en función de rendimientos variables que «sólo se alcanzarían en un año excelente» de Capsa.

Clas argumenta que su objetivo fue «fijar un criterio equitativo y justo, acorde con las necesidades actuales de ambas partes» y que la solución decidida demuestra «la clara apuesta por la responsabilidad hacia la compañía» y que Clas «no pretende llevárselo todo».

Clas argumenta que, según los servicios jurídicos, el nuevo canon debía establecerse «a precios de mercado» para no incurrir en irregularidades al tratarse de «una operación vinculada entre matriz y filial», dos sociedades que formulan cuentas anuales consolidadas.

Francisco Sanmartín, director general de Clas, plantea en la misma publicación un cambio de filosofía del grupo y hace observaciones dirigidas de forma implícita hacia el resto de socios de Capsa y también a su equipo directivo, que lidera el consejero delegado Pedro Astals.

El primer ejecutivo de Clas alerta de que esta sociedad de ganaderos debe actuar como «sociedad matriz y dominante del Grupo Clas así como accionista mayoritario de todas las sociedades que lo forman» y que la existencia de sus filiales (caso de Capsa) «se justifica en la medida en que todas ellas sean capaces de materializar el objeto social de Clas».

Este planteamiento supone invertir la lógica en la que se habían asentado algunas corrientes de opinión dentro de la organización en los últimos años. Clas, de acuerdo con este ideario, no sería un mero accionista de Capsa, sino que Capsa debe servir a los fines de Clas.

La pérdida de peso decisorio de los ganaderos, frente a su protagonismo «absoluto» en el origen, habría obedecido, aduce Clas, a «oscuros intereses ajenos a los socios y en contradicción con los valores de la sociedad». «Aún queda mucho por hacer para consolidar el nuevo rumbo», argumenta Sanmartín.

Bongrain, accionista de Capsa, había incorporado al acta del consejo que aprobó el nuevo contrato de marca una advertencia según la cual las nuevas condiciones económicas del arrendamiento ponen en peligro la viabilidad y el empleo de Capsa. Clas replica ahora que su reto es «no sólo mantener el empleo, sino hacerlo crecer» en la medida de sus «posibilidades». Y asevera que «para lograrlo», Clas «debe ser determinante en la estrategia, en la configuración de alianzas y en el establecimiento de los órganos de control necesarios en el marco de las prácticas de buen gobierno corporativo». Y apunta como «ejemplo» la renovación del contrato de marca.

En una crítica de carácter interno, Clas apela al «saber hacer» y «buen juicio» de trabajadores y colaboradores «para salvar los retos y vencer las dificultades» y de las que «una gran parte», sostiene, «no son externas». Y en otra alusión críptica, el director de Clas argumenta la calidad y nivel profesional del equipo humano del grupo «para hacer las cosas cada vez mejor, sin necesidad de costosas intervenciones externas, que, en la mayor parte de las ocasiones, no hacen más que aprovecharse de nuestro saber hacer».

Clas, en otra crítica a algunas decisiones estratégicas, asegura que ha apoyado «al máximo a sus empresas y ejecutivos», «como queda reflejado», afirma Sanmartín, «en las inversiones aprobadas en los últimos años, que ascienden a 300 millones de euros (botella, Gémina, Zarzalejo, Pass, Apolo...)» y de las que «no todas», subraya, han tenido «unos resultados tan brillantes como se explicitaba en el plan de negocio presentado».

La sociedad agraria sostiene que «su manera de ejercer el poder» en Capsa «no es desde la prepotencia y de la mayoría, sino desde el diálogo, la negociación y la escucha activa». Y aduce que su objetivo es «preservar la identidad de Asturias en la empresa y el empleo».