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Las centrales de Soto de Ribera y Aboño seguirán abiertas al menos hasta 2030

EDP-HC da vía libre a las inversiones que evitarán el cierre de las térmicas a corto plazo

Las centrales de Soto de Ribera y Aboño seguirán abiertas al menos hasta 2030

Las térmicas de carbón que el grupo Energías de Portugal (EDP), sociedad propietaria de Hidroeléctrica del Cantábrico, posee en Asturias serán reformadas para reducir las emisiones contaminantes a la atmósfera conforme a las nuevas obligaciones ambientales asociadas a las directivas europeas. La decisión de realizar las inversiones necesarias está tomada e implica alargar la vida útil de las centrales carboneras de Aboño (Carreño) y Soto de Ribera (Ribera de Arriba) al menos hasta el año 2030.

La dirección de EDP, encabezada por Antonio Mexia, ha dado el visto bueno a las obras en las dos centrales asturianas, según pudo confirmar este diario. El detalle técnico y el alcance económico de las inversiones no ha trascendido aún, pero se sabe que superaran los 100 millones de euros, que los trabajos se desarrollarán entre el próximo año y 2016 y que incluirán la instalación de plantas de desnitrificación, la tecnología que se utiliza para reducir las emisiones de óxidos nitrosos como exige Europa.

La instalación de esos equipos es una obligación nacida de la trasposición a España de las directivas ambientales que afectan a la industria. Esta disciplina fuerza a las empresas a aplicar "las mejores técnicas disponibles", de modo que los avances tecnológicos que se van produciendo para la corrección de emisiones contaminantes deben incorporarse a las instalaciones concernidas. En otro caso, su actividad será limitada o incluso clausurada.

Para cumplir esas reglas, las térmicas de carbón españolas deben realizar inversiones por valor de 1.500 millones de euros antes de 2016. Las centrales que no sean reformadas tendrán su producción restringida y se programará su cierre definitivo antes de 2023, según una regulación que aún debe concretar el Ministerio de Industria. El proceso es análogo al que se desarrolló, a partir de una norma de 2005, para rebajar las emisiones de óxidos de azufre (SO2) y también las de óxidos nitrosos (NOx). Las eléctricas tuvieron que hacer plantas de desulfuración y otras inversiones para frenar la contaminación por ambos compuestos, responsables de la "lluvia ácida", un fenómeno que provoca daños ambientales en las aguas, la vegetación, los cultivos e incluso en las infraestructuras y construcciones.

Todas las compañías con térmicas en Asturias (EDP-HC, Iberdrola y Gas Natural-Fenosa) instalaron desulfuradoras, si bien tres grupos generadores de las térmicas de Soto de Ribera y de Lada entraron en programas de cierre. Dos de esos equipos ya están clausurados y el tercero, el "grupo dos" de Ribera de Arriba, agotará su margen de funcionamiento a finales de 2015.

Las nuevas limitaciones ambientales y la obligación de ejecutar inversiones han generado gran incertidumbre acerca del futuro de la generación eléctrica con carbón en España, donde esta tecnología cubre en torno al 15% de la demanda anual y por encima del 20% en algunos meses. Lo hace mediante de la combustión de lo que queda de la producción nacional de carbón y, principalmente, con minerales de importación.

Asturias es, junto a Galicia y a Castilla y León, una de las regiones con más capacidad instalada de térmicas de carbón. Las cuatro centrales asturianas (Aboño y Soto de Ribera, de EDP-HC; Soto de la Barca, de Gas Natural-Fenosa, y Lada, de Iberdrola) aportan el 21% de toda la producción eléctrica que en España se genera a partir de carbones y, por lo general, más del 65% del conjunto de los kilovatios que, con cualquier tecnología, se producen en Asturias. El consumo interior de los hogares y empresas depende en gran medida de las térmicas, capitales también para atender las necesidades de la industria regional, muy intensiva en gasto eléctrico.

La modernización y continuidad de las térmicas es por tanto una cuestión de calado estratégico desde el punto de vista económico. La decisión de EDP-HC de hacer las inversiones necesarias en Aboño y Soto de Ribera despeja el funcionamiento a largo plazo de dos instalaciones que en 2013 aportaron casi el 50% de toda la electricidad producida en Asturias. Presumiblemente, las reformas se concentrarán en el llamado "grupo tres" de Soto y en el "grupo dos" de Aboño, ambos en servicio desde mediados de los años 80. No ha trascendido en detalle qué planes tiene EDP para el equipo más antiguo de la térmica carreñense (el "grupo uno", con 360 megavatios de potencia) .

En las centrales de Aboño y Soto de Ribera trabajan a diario unas 400 personas, entre personal propio de EDP-HC y contratas. Cuando se producen las paradas por revisiones técnicas, el número de personas ocupadas llega a las 1.400, pertenecientes a medio centenar de empresas.

La continuidad de las térmicas tiene otra vertiente económica: su actividad más allá de 2018 garantiza la existencia de instalaciones de combustión para quemar la producción de la minería asturiana que pueda continuar después de ese año, cuando las directrices de la UE han fijado el final de la autorización de las ayudas públicas a las explotaciones. Soto de Ribera quema ahora toda la producción de Hunosa. Aboño utiliza mineral de importación y gases procedentes de la actividad siderúrgica de Arcelor.

Y que las citadas centrales funcionen al menos hasta 2030 supone alargar la vida útil de plantas que, según el criterio de los movimientos ecologistas, tienen fuertes impactos ambientales a pesar de las inversiones realizadas para reducir la contaminación. Por su tamaño, Aboño es una de las térmicas españolas de carbón que emite más CO2 (unos 6 millones de toneladas al año), responsable del cambio climático, si bien el uso de gases de Arcelor como combustible aligera el balance ambiental de la central.

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