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El coque, el siguiente desafío de Arcelor

La siderurgia aspira a otra gran inversión para unas nuevas baterías en Gijón que blinden la competitividad del proceso integral de fabricación de acero

Un trabajador de Arcelor en las baterías de coque de Avilés. MIKI LÓPEZ

Las inversiones que anunció esta semana la dirección de Arcelor para Asturias apuntalan el futuro de la siderurgia, pero queda en el aire una viga esencial para reforzar la competitividad de las factorías: el suministro de coque. La multinacional aún no ha decidido si reformará las baterías de Avilés, camino de agotar de su vida útil, o construirá unas nuevas en Gijón con una inversión de unos 150 millones de euros. El siguiente desafío del acero asturiano es amarrar alguna de esas nuevas inversiones, particularmente la de Gijón, según una opinión compartida por directivos, sindicalistas y expertos.

Juergen Schachler, director ejecutivo de la Unidad Suroeste de Arcelor-Mittal Europa, anunció el pasado jueves un paquete de inversiones de más de 100 millones de euros que incluye la modernización de la acería LS-III de Avilés y mejoras en los trenes de carril, alambrón y chapa gruesa de Gijón. Los sindicatos que representan a los más de 5.300 trabajadores de las plantas asturianas aplaudieron el anuncio, pero echaron en falta inversiones para las baterías de coque.

El coque (carbón siderúrgico destilado) es, junto al mineral de hierro, la materia prima que alimenta los dos altos hornos de Gijón, donde se obtiene el arrabio que surte a las acerías de Avilés y Gijón. El carbón se procesa en las baterías. Hasta 2013, las había tanto en Avilés como en Gijón. Ese año fueron clausuradas, después de 39 de actividad, las de Gijón. A causa de la crisis, un año antes la multinacional había aparcado el proyecto presentado en 2011 para invertir 147 millones de euros en unas nuevas baterías. Quedaron en funcionamiento exclusivamente las de Avilés, que producen al año alrededor de 1,4 millones de toneladas de coque y presentan un avanzado estado de deterioro.

La planta asturiana ha sido la escogida por el dueño de la compañía, Lakshmi Mittal, para invertir más de 100 millones por méritos productivos. Los ratios de Asturias se sitúan a la cabeza de las factorías de la empresa en Europa, superando a la de Foss (, (Francia), su más directa competidora, en calidad, fiabilidad y entrega, parámetros todos ellos que permiten reducir los costes.

Aumentar la producción y reducir costes son objetivos primordiales de la compañía. Para ello, la estrategia diseñada de cara a los próximos años se sustenta tanto en un mayor rendimiento en los procesos como en las plantillas. Surge ahí el nuevo plan "Asturias 5.0", que supondrá un modelo laboral flexible y más ajuste con un reto: alcanzar los 5 millones de toneladas de acero al año con 5.000 empleados. Dicho de otra manera, el ratio de 1.000 toneladas por hombre al año.

Esta ecuación supondrá poner los dos hornos altos de Veriña, los únicos que quedan en España, a su máximo rendimiento de manera constante. Ambos han sido remodelados y mejorados con inversiones que aseguran su funcionamiento durante 15 años, pero un esfuerzo productivo como el que se prepara obligaría, según los expertos, a "ajustes" para mejorar su fiabilidad. Por tanto, inversiones adicionales.

El mayor desafío, sin embargo, es el de las baterías de coque. Las de Avilés están en sus últimos años y aunque con una gran inversión se podría alargar su funcionamiento, los expertos consideran que lo más acertado sería "una inversión muy potente en la construcción de unas nuevas instalaciones en Gijón". Se trataría de levantar unas baterías con novedosos sistemas de coquización alternativos. Los desarrollados en la UE son el reactor Jumbo o Single Chamber System (SCS). Thyssen Krupp Stahl construyó en 2003 la planta de coquización más moderna del mundo hasta el momento en Schwelgern, cerca de Duisburg (Alemania), con una capacidad de 2,5 millones de toneladas de coque anuales.

Dentro de los últimos planes de mejora de la siderurgia integral asturiana, Arcelor-Mittal proyectó una mejora de las baterías de coque de Avilés que se abordaría al tiempo que se moderniza la acería LD-III con un presupuesto conjunto que rondaría los 100 millones de euros. Además, en los últimos meses se desempolvó el viejo proyecto de las nuevas baterías de Gijón ante los síntomas de recuperación de la actividad siderúrgica. Por eso los sindicatos esperaban noticias, pero no han llegado. La modernización de la acería LD-III no incluye la mejora de las baterías de Avilés y entre las inversiones en Gijón no se incluyen las nuevas.

Los sindicalistas preguntaron el pasado jueves en La Granda a Juergen Schachler por las inversiones para el suministro de coque y no encontraron una respuesta concreta. Según las centrales, el directivo reconoció que la situación de las instalaciones de tratamiento de carbón "no es buena" y que se comprometió a "luchar" por inversiones. Desde Arcelor-Mittal se destacó que las inversiones anunciadas el jueves para 2015 y 2016 por valor de más de 100 millones de euros son una "primera fase" y los sindicatos esperaran que en una segunda llegue el dinero para las baterías. "Con la previsión que hay de aumento de la producción en Asturias son necesarias", señaló Iñaki Malda, secretario general de UGT en Arcelor-Mittal Avilés.

La multinacional prevé llegar este año en los altos hornos de Gijón a las 5 millones de toneladas de arrabio. "Con los incrementos de producción dejaremos de ser autosuficientes en coque, con lo que habrá que importarlo con los consiguientes sobrecostes en transporte y falta de competitividad frente a otras plantas siderúrgicas", señaló José Manuel Castro, secretario general de la sección sindical intercentros de CC OO en Arcelor-Mittal, que añadió que "una inversión para reformar las baterías de Avilés o construir unas nuevas en Gijón sería el espaldarazo definitivo paras las fábricas asturianas".

¿Y qué pasaría si Asturias se queda sin baterías de coque? Arcelor Asturias tendría que importar el combustible, presumiblemente con un sobrecoste. Además, la planta perdería la capacidad de procesar por sí misma el carbón para alcanzar la calidad óptima de coque, capital para el rendimiento de los hornos altos y para preservar su vida útil.

Unas baterías de coque pueden producir, con las atenciones y labores de mantenimiento apropiadas, durante 40 años. Construir unas nuevas en Gijón podría suponer por tanto, salvo catástrofe, asegurar la siderurgia asturiana durante todo ese tiempo.

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