El elevado crecimiento de la economía española en 2015 (el 3,2%, según el avance del INE el viernes) no ha disipado las dudas sobre la recuperación. Según el índice de JP Morgan Asset Management, difundido ayer, la confianza de los inversores españoles bajó entre octubre y diciembre por segundo trimestre consecutivo por las dudas sobre la fortaleza de la recuperación económica. El 53% opina que la crisis no terminará hasta el 2020. Y el índice de Sentimiento Económico de la Comisión Europea, que había mejorado en el caso español en diciembre pese a las elecciones generales, empeoró en enero.

Las previsiones del FMI, Banco Mundial y diversos centros de diagnóstico, que han reducido sus previsiones sobre el crecimiento mundial para este año y el próximo, pasan factura a las expectativas nacionales, junto con la recesión prevista en Latinoamérica -un área a la que España tiene alta exposición-, las tensiones en China, el mal comportamiento de las bolsas en el primer mes del año tras un ejercicio bajista en 2015 (el Ibex español cayó el año pasado de los 11.778 puntos del 15 de abril a los 9.544 del cierre del ejercicio, y el viernes culminó en 8.590) y el enfriamiento de EE UU conocido el viernes. En el caso español, la confianza en la fortaleza del ciclo está condicionada además por la convicción de que está muy apoyada en factores excepcionales no necesariamente duraderos, como el petróleo barato, el euro muy bajo, los tipos de interés en mínimos, la compra masiva de deuda soberana europea (60.000 millones mensuales) por el BCE y el turismo extranjero en tasa récord, favorecido por las tensiones en muchos países mediterráneos competidores directos de España.

Estos factores externos favorecen a España de forma muy acusada por los rasgos específicos de su economía: alta dependencia y baja eficiencia energética, elevados endeudamientos públicos y privados, fuerte especialización turística y acusada propensión al déficit comercial externo debido a un modelo de crecimiento muy fundamentado en la demanda interna, que es lo que está ocurriendo de nuevo ahora.

En el caso del petróleo, España es de las economías más favorecidas por la caída de precios a causa de su elevado consumo de energía por unidad de PIB (intensidad energética), su aguda dependencia exterior y el importante peso del transporte de mercancías por carretera frente al ferrocarril, todo ello en tasas muy superiores al promedio europeo. Caixa Bank estima que España crece el 0,1% adicional por cada 10% que se abarata el petróleo y el Banco de España lo eleva al 0,15%. Desde junio de 2014 el crudo se abarató el 69,8%, por lo que el efecto del petróleo está aportando 1,047 puntos de PIB de avance a España, equivalentes a un tercio del crecimiento nacional en 2015. Esta estimación es coincidente con la que hizo en 2014 el ministro de Economía, Luis de Guindos, cuando dijo que el crudo debería impulsar el PIB español entre el 0,5 y 1,5 puntos. En enero señaló que, si persiste la tendencia actual del crudo, España debería progresar 0,5 puntos sobre la previsión en 2016.

El crecimiento español ha estado apoyado a su vez en 2015 en un aumento del gasto público (4% de incremento), creación de empleo público (73.100, el 14% del total, según el INE) y un mayor déficit del pactado, según la previsión de la UE. Este método keynesiano de impulso económico aplicado en el último ejercicio será muy difícil prolongarlo en 2016, dado que la Comisión Europea lleva desde noviembre exigiendo a España que reforme el presupuesto de 2016 para atajar el déficit, cumplir los compromisos de consolidación fiscal y frenar la deuda pública

El contexto político de incertidumbre no parece que de momento sea determinante en el deterioro de la confianza. En este sentido se han expresado el Servicio de Estudios del BBVA y el presidente del Sabadell, José Oliú. Ángel Laborda (Funcas) cree que es prematuro y que, aunque puede influir, hay causas ajenas a la política que pueden explicarlo. El informe de J. P. Morgan atribuye el debilitamiento de la confianza a expectativas estrictamente económicas. En Alemania la confianza empresarial también cayó en enero a niveles mínimos en un año, según el índice Ifo. La prima de riesgo española estaba el viernes en 117 puntos básicos: en niveles de 2014 y sólo dos puntos básicos por encima de la registrada antes de las elecciones.