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Director general de Capsa

Tiempos turbulentos, tiempos de cambio, tiempo de oportunidad

Los desafíos que trae la globalización a la industria de la leche

Tiempos turbulentos, tiempos de cambio, tiempo de oportunidad

Si tuviese que pensar en algo que ha estado presente a lo largo de mi vida, sin duda sería la leche. Desde pequeño soy un gran consumidor de productos lácteos; leche, yogures, mantequilla, quesos? que además de gustarme, me ayudan a cuidarme. Porque el día a día es largo e intenso y requiere de mucha energía para atenderlo en plenitud (tanto al trabajo como a la familia, pues tengo dos niñas de 2 y 4 años que hacen que la vida sea maravillosa, y además disfruto haciendo deporte, compitiendo en maratón), la leche es imprescindible en mi alimentación.

Además, hace ya quince años que la leche también forma parte de mi vida profesional. Trabajo en Central Lechera Asturiana, empresa que desde su creación lleva como bandera la leche por toda España, con la vocación de apoyar y cuidar de sus ganaderos para garantizarles su futuro.

La leche es un alimento muy nutritivo y completo, pudiendo ser considerado un súper alimento: aporta proteínas de alto valor biológico y es fuente de calcio de fácil absorción, además de lípidos, vitaminas liposolubles y minerales, necesarios todos ellos en nuestra dieta. Por ello resulta un alimento imprescindible en todas las etapas de la vida.

Pero la leche es mucho más que un gran alimento. El sector lácteo es un motor de la economía, sobre todo en Asturias, capaz de generar riqueza compartida y hacerlo de forma sostenible, respetando el medio ambiente y cuidando de nuestros espacios naturales que hacen de Asturias un paraíso.

Y si esto es así, ¿por qué cae el consumo de leche en España? ¿por qué cierran explotaciones lácteas? ¿por qué es un sector que está en permanente convulsión? ¿Y qué podemos hacer para cambiar esta tendencia y reconstruir un sector sostenible y con futuro?

Estas preguntas no tienen ni una respuesta sencilla, ni una solución fácil, pero desde mi punto de vista son varios los factores que debemos analizar: la globalización, la información y la tecnología, y la velocidad del cambio transformador. Pienso que la interpretación de estos tres vectores de cambio nos puede ayudar a diagnosticar mejor los riesgos, pero sobre todo a evaluar con mejor criterio las oportunidades, con el firme objetivo de seguir trabajando para un sector lácteo de futuro.

En primer lugar, quiero referirme al importante cambio socio- económico que estamos viviendo a nivel mundial: la globalización. Las economías maduras viven un estancamiento económico, amenazadas por la caída demográfica, el paro y la desigualdad, mientras que algunos países emergentes crecen con fuerza contribuyendo al crecimiento económico mundial medido en términos de PIB.

La globalización es la nueva "religión", con "emergentes" ganadores y "maduros" perdedores: genera debate intelectual sobre las condiciones sociales y laborales desiguales que impulsan la competitividad de los ganadores -pudiendo rozar el "dumping social y económico"- mientras crea arbitrajes negativos y deseconomías de escala en los perdedores, provocando fuertes corrientes proteccionistas y revisionistas que contribuyen a explicar algunos de los últimos fenómenos como el "Brexit" y la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos de América.

Pero pese a este intenso debate sobre las consecuencias negativas de la globalización, ésta es también fuente de cambios transformacionales en las cadenas de valor del sector agroalimentario, y destacaré dos.

El primero afecta al reparto de la riqueza mundial (según datos de la ONU el 66% de la clase media mundial en 2050 estará en Asia por el 28% de hoy), lo que supondrá un aumento del poder adquisitivo en países emergentes que demandarán un cambio de dieta donde los lácteos jugarán un rol importante. ¿Estamos preparándonos adecuadamente para atender ese incremento de la demanda desde los ganaderos y la industria?

El segundo cambio es que esta globalización exige también una adaptación en la dimensión y las competencias necesarias para triunfar en el "nuevo mundo", dando lugar a una concentración empresarial sin parangón para acceder con eficiencia a los nuevos mercados, pues según la FAO hará falta incrementar un 70% la producción de alimentos para dar de comer a la población mundial en 2050, que rondará los 10.000 millones de personas. Este hecho - creciente dimensión global como ventaja competitiva- está creando importantes desigualdades en el reparto de poder a lo largo de las cadenas de valor productivas y más si cabe en aquellas que se inician en el campo (ganadería y agricultura). ¿Es la normativa actual que regula la cadena alimentaria capaz de proteger a los más débiles (sector productor) del impacto de la globalización sin restar competitividad sectorial? ¿Estamos preparándonos para atender los nuevos mercados en condiciones de competitividad desde Asturias y desde España?

En segundo lugar quiero resaltar el impacto de las nuevas tecnologías de la información y redes sociales en los comportamientos del consumidor. Debemos valorar los riesgos de un acceso masivo y sencillo a una información muy amplia sin un soporte científico adecuado. Hoy la información gratuita y disponible (conocimiento) en tiempo real puede ser una ventaja competitiva para la industria del "Big data", aunque un exceso, un mal uso o la falta de veracidad de esta información pueda crear importantes problemas para la sociedad.

La información pseudocientífica arrojada en algunos momentos en los medios, principalmente en las redes sociales, y las consultas espontáneas al "doctor Google" pueden ser el origen de decisiones erróneas con impacto en la salud y en la calidad de vida de las personas. Modas y tendencias sin fundamento ni rigor científico viajan raudas para desaparecer sin dejar rastro. Permítanme un ejemplo: ¿puede la población española pasar de consumir 100 litros de leche per cápita en el año 2000 a solo 73 en 2015, y reemplazar los lácteos por otras bebidas porque de repente el 30% de los españoles se ha vuelto intolerante a la lactosa? ¿pueden ser nuestros genes tan caprichosos?y rápidos? Desde mi punto de vista, necesitamos aprender a gestionar esa información con criterio y con prudencia. Tenemos que distinguir entre ciencia y tendencia. Se precisa un apoyo institucional y científico en un sector tan delicado y estratégico. ¿Es hora de incorporar la educación nutricional en los programas de estudios reglados? La industria tiene la obligación de autorregularse y contribuir a formar a la población en la interpretación y elección de los alimentos para una vida más sana y mejor. Los gobiernos tienen el deber de velar por la salud de los ciudadanos impulsando y promoviendo una alimentación saludable, utilizando para ello los mecanismos a su disposición: regulación e impuestos. Necesitamos apoyar los cambios sociales con formación y regulación si queremos realmente trabajar por una sociedad mejor.

El tercer y último de los factores sería la velocidad del cambio social y económico y sus consecuencias: la aparición de nuevos modelos de negocio (y la desaparición de otros, consecuencia de la robotización que según un estudio de la Universidad de Oxford acabará con el 47% de los empleos hoy existentes), con baja densidad de empleo y donde "el ganador se lo lleva todo" está provocando una importante convulsión en el orden social y económico mundial, con la desigualdad y el desempleo como consecuencias más visibles. Whats App acabó con el sms, Uber está "reinventando" el transporte sin disponer de vehículos y Airbnb está transformando las reglas de juego del sector hotelero sin poseer un solo hotel. La velocidad de cambio es más rápida que nunca y las consecuencias, tremendas en términos de natalidad y mortandad empresarial y del empleo: Nokia pasó de ser el líder mundial a "cerrar el negocio de móviles", Whats App no existía cuando España ganó el mundial de Sudáfrica en 2010, y Amazon nació como una librería?para ser hoy el máximo exponente del "supermercado total y global". El modelo de Amazon es ya una realidad que está transformando los hábitos de consumo. Su irrupción en el campo alimentario y en productos frescos está siendo un poderoso agente del cambio: las reacciones no se han hecho esperar provocando un aumento de la concentración en el resto de operadores y otras acciones defensivas, en ocasiones con modelos no ajustados e ineficientes con impacto negativo en cuenta de explotación que se traslada a la cadena de valor penalizando a los eslabones más débiles, menos organizados o menos concentrados. Quisiera aquí destacar la sorpresa que producen las diferencias de criterio entre distintos organismos regulatorios a la hora de abordar las asimetrías de poder en las cadenas de valor, los crecientes monopolios y sus consecuencias sobre un reparto justo de los beneficios logrados. ¿Pueden las "viejas leyes" regular "los nuevos modelos de negocio"? Debemos hacer la transformación social y económica compatible con nuestra sociedad del bienestar y con la protección del medio ambiente, y considero que es obligación de todos los agentes del cambio y de las instituciones proteger a los más débiles (generalmente por tamaño y recursos) desde una actitud generosa, responsable e inclusiva, ayudándoles a transformarse y adaptarse a las nuevas reglas.

Y en este escenario de cambio y transformación, ¿qué podemos esperar para el sector lácteo?

A mi juicio, la principal amenaza que afrontamos es también la mayor oportunidad: la globalización de la competencia por el acceso a un mercado global y creciente. Un mercado mayor fruto de la incorporación de nuevos consumidores que mejoran su poder adquisitivo, aunque ya no en nuestros mercados habituales y próximos. Hay que salir a buscarlos en competencia con el resto del mundo. Solo triunfarán los que mejor se adapten a la nueva realidad (adquisición de competencias de exportación, alianzas estratégicas con socios locales o crecimiento inorgánico por adquisición de competidores en mercados foráneos).

La segunda gran amenaza es también una atractiva paradoja. En el nuevo mundo global de acceso gratuito a información y conocimiento, ¿dónde reside la ventaja competitiva? En el pasado la "batalla" por el valor se debatió entre el capital y el trabajo, pero hoy se centra entre la materia prima (producción y transformación) y el acceso al consumidor (conocimiento y comercialización). ¿Es el momento de recuperar el control de la materia prima como fuente generadora de diferenciación y valor para poder diseñar una cadena de valor sostenible en el sector agroalimentario? ¿Existen fórmulas colaborativas inexploradas que permiten una mejor gestión de la cadena en cuanto al valor y su reparto?

En definitiva y para concluir, pienso que estamos ante un momento de cambio donde reside una gran oportunidad para el sector lácteo. Es el momento de recuperar la iniciativa y adaptarnos a los cambios para rediseñar una cadena de valor sostenible. Asturias puede y debe ser un agente de ese cambio y un jugador de futuro.

El Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) inicia mañana, martes, el ciclo de coloquios titulado "Perspectivas de la industria asturiana" con las intervenciones de los representantes de las dos grandes empresas lácteas de la región: José Armando Tellado, director general de Corporación Alimentaria Peñasanta (Capsa), y Francisco Rodríguez, presidente de Ilas-Reny Picot. En vísperas de ese encuentro, ambos opinan en estas páginas sobre los desafíos del sector y acerca de las oportunidades y amenazas que supone la globalización. Los coloquios del programa "Perspectivas de la industria asturiana", coordinado por los catedráticos Mario Díaz Fernández y Tomás Emilio Díaz González, se celebrarán una vez al mes entre noviembre y febrero. Ante cada cita, los distintos ponentes expondrán sus reflexiones en LA NUEVA ESPAÑA.

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