La ingeniería gijonesa TSK, especialista en proyectos "llave en mano", celebra hoy su trigésimo aniversario con la expectativa de culminar el ejercicio con unas ventas superiores a los 900 millones, el 21,6% más que en 2015, según avanzó su presidente, Sabino García Vallina. Su contratación nueva ascendió en los nueve primeros meses del año a 1.250 millones. La compañía cerrará 2016 con unos 1.000 empleados (la mitad de los cuales, 510, son ingenieros), una elevada implantación internacional (el 97% de su facturación procede del exterior, donde ejecuta proyectos en más de 35 países) y como la octava compañía asturiana con mayor cifra de negocio, según el último "ranking" empresarial asturiano que acaba de difundirse, elaborado con datos de 2015.

TSK surgió hace 30 años, en 1986, como resultado de la suma de las capacidades de la división de ingeniería eléctrica de la empresa gijonesa Erpo y del área de montajes eléctricos de su filial Ertank. Entonces daba ocupación a un centenar de empleados, de los que 15 eran ingenieros. En su primer ejercicio como sociedad anónima facturó el equivalente en pesetas a 4,8 millones de euros.

El intenso crecimiento de la compañía tras su adquisición a Erpo por los accionistas actuales se produjo tanto por crecimiento orgánico como inorgánico. Liderada por su actual presidente, Sabino García Vallina, ingeniero técnico industrial, las compras y absorciones de otras ingenierías le permitió extender sus operaciones a otros sectores de ingeniería y construcción industrial. La primera anexión la hizo en 1995, con la compra de la compañía de origen alemán PHB Weserhütte. En los doce años siguientes su desarrollo fue endógeno: en 1999 inició la actividad en medio ambiente (plantas de tratamiento de agua), en 2000 mutó su estrategia con su apertura al mercado internacional y a la exportación; tres años después, en 2003, constituyó sus primeras filiales en el extranjero (Marruecos y Venezuela) y en 2005 emprendió la actividad en el campo solar fotovoltaico.

El ejercicio 2007 supuso otro salto relevante del grupo, con la adquisición de las ingenierías Ingemas e Irelsa. En 2008, el año en el que estalló la crisis económica en Europa, constituyó filiales en Brasil, Chile y Nicaragua, y debutó en la realización de proyectos termosolares. Dos años más tarde, en 2010, emprendió la expansión hacia Oriente Medio y Asia, con proyectos en Arabia Saudí, India y Bangladesh. En 2013 compró la ingeniería alemana Flagsol (especializada en el sector termosolar) y en ese momento sus ventas en el exterior alcanzaron la cota del 95% de su volumen total de negocio, que ese año llegó a los 450 millones. En 2015 tomó el 75% de la ingeniería Omega Engineering, especializada en instalaciones azucareras y el pasado junio compró a Intecsa-Inarsa su filial para petróleo y gas.

TSK tuvo una participación relevante en Duro Felguera a partir de 2000 (llegó a poseer 15,85%), de la que se fue deshaciendo a partir de 2007. Y desde 2008 TSK es accionista de la industria cántabra Sniace, en la que tomó un 5% inicial. Ahora posee el 9,9% (el segundo mayor paquete) y un puesto en el consejo.

La compañía, que desde 2014 dirige como consejero delegado Joaquín García Rico, celebra hoy en el Palacio de la Riega, en Somió, el festejo de su 30º aniversario con presencia de autoridades regionales y locales.