El crédito vuelve por Navidad. El combustible financiero de la sociedad de consumo mana con singular intensidad camino de cada final de año y esta vez lo hecho con aparente ímpetu. Según el Banco de España, el endeudamiento de los hogares españoles aumentó en 6.428 millones de euros el pasado noviembre. Es el mayor incremento en ese mes desde el inicio de la crisis y se explica por el empuje en la contratación de préstamos para consumo, frecuente cada noviembre ante la proximidad de la Navidad, como lo es también en los meses de junio, a las puertas del verano.
Que el endeudamiento haya crecido así puede ser interpretado en primer lugar como una señal de mejoría en la situación y en las expectativas económicas de las familias. Los ciudadanos consumen más y se endeudan más cuando tienen una perspectiva más sólida sobre sus ingresos futuros. Hay también factores de oferta muy relevantes: de una parte, el entorno de bajos tipos de interés, que abarata y hace más atractivo el crédito (a la vez que mina la rentabilidad de los bancos); de otra, la pugna entre las entidades financieras, que están volcando esfuerzos comerciales en el negocio de los préstamos para consumo precisamente porque son los más rentables para el sector (el tipo medio está en el 7%).
Pese al repunte navideño del crédito contratado, prosigue el proceso de desendeudamiento de las familias españolas, que desde 2008 han reducido en un 20% sus deudas con la banca en un escenario extraordinariamente difícil por el alto paro y sin ayuda de la inflación, negativa durante los últimos tres años. El esfuerzo de las empresas ha sido análogo, de forma que el altísimo endeudamiento privado español, hinchado durante el ciclo de los excesos inmobiliarios y financieros, ha ido suavizándose. Pero aún es alto (150% del PIB) y añadido a la rampante deuda pública (101%) representa junto al desempleo uno de los grandes desequilibrios de la economía española, vulnerable ante los aumentos de tipos de interés que en algún momento se producirán.
