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Una forma de picaresca que creció con la crisis

Los intentos de engaño a las aseguradoras se disparan en Asturias

La mayoría guarda relación con accidentes de tráfico, pero hay incluso quienes fingen su muerte para cobrar

Los intentos de engaño a las aseguradoras se disparan en Asturias

El fraude al seguro va al volante en Asturias. El número de siniestros fraudulentos que llegan a las mesas de las oficinas de las aseguradoras ha pisado el acelerador en España, y también en el Principado, desde que comenzó la crisis económica. La gran mayoría de los intentos de engaño están ligados a accidentes de tráfico, generalmente pequeños choques que acaban magnificándose, según señalan los corredores de seguros asturianos. Según un informe elaborado por la compañía Axa, la tasa de fraude (el cociente entre siniestros irregulares y el total de la siniestralidad) se situó en la región en el 2,34% el año pasado. Es casi un punto más que en 2012, y el tercer índice más alto del país, por detrás de Andalucía y Canarias, y claramente por encima del que se registró en el conjunto nacional (del 1,63 en 2016).

Los defraudadores son cada vez más versátiles, más imaginativos y cuentan con técnicas más sofisticadas para delinquir, según apunta el estudio. Aunque el fraude relacionado con los seguros de coches esté muy por encima del resto, durante el último año las aseguradoras han cazado también un incremento importante de engaños en lo que denominan el canal multirriesgos, en el que están incluidas las pólizas del hogar, las de los comercios y oficinas o las de comunidades de propietarios. En estos casos, es habitual que se magnifiquen los daños ocurridos en una vivienda o en un local comercial que está asegurado cuando hay un robo, una tormenta eléctrica o una inundación. "Las opciones son múltiples", sostiene el estudio.

En el caso de los fraudes relacionados con los accidentes de tráfico, Axa asegura que ya hay cierto desgaste. "La intervención de algunas técnicas periciales y un cierto envejecimiento de las metodologías del fraude están llevando al defraudador a ampliar sus miras", asegura.

Aún así, este tipo de engaños siguen siendo los más comunes entre las aseguradoras asturianas, con muchísima diferencia sobre los demás. El presidente del colegio de Mediadores de Seguros del Principado, Reinerio Sarasua, asegura que, incluso, hay casos muy elaborados. Y apunta que es importante distinguir entre el fraude, que está estudiado y premeditado, de la picaresca, que practican aquellos que aprovechan un siniestro real para inflar los daños y sacar una mayor tajada de su aseguradora.

Entre los fraudes más habituales en el Principado están los siniestros en los que el vehículo sufre un golpe, el coche apenas tiene ningún deterioro, pero el conductor finge haber sufrido un daño en sus cervicales fruto del impacto y se pasa una buena temporada de baja de su trabajo. Un corredor de seguros asturiano pone como ejemplo uno de los últimos casos que tiene sobre la mesa: un conductor choca con otro en una rotonda, el suceso se salda con un simple rayón en la carrocería del turismo, pero éste le reclama al seguro 300 euros para la reparación y alega lesiones como para estar un mes de baja laboral.

Otro profesional del sector asegura que también hay casos de personas que fingen haber tenido un accidente con su vehículo, del que milagrosamente ellos han salido completamente ilesos, pero el coche acaba destrozado, con la única intención de comprarse un nuevo turismo con lo que le puedan sacar al seguro. Los caminos so variados.

También han aumentado los casos de aquellos que fingen haber sido víctimas de un robo. El colegio de Mediadores de Seguros ha dado charlas junto a la Policía Nacional para advertir a los adolescentes de que este tipo de prácticas, además de ser fraudulentas, también pueden ser un delito. Es más habitual de lo que parece que estos jóvenes pierdan el móvil, asegura Sarasua, y que denuncien que se lo han robado.

No obstante, el estudio de Axa reconoce que se está constatando un ligero descenso del fraude oportunista, aquel en el que se aprovecha la realidad de un siniestro para introducir daños preexistentes o anteriores. Por contra, está repuntando el premeditado. Los primeros suelen ser menos cuantiosos. Así, el importe medio que se trata de defraudar estaría por debajo de los 600 euros en la mayoría de estos casos. Mientras que en el de los planificados, la cuantía media, es mucho más elevada, está entorno a los 4.000 euros.

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