María González, diseñadora de productos de formación y profesión, tiene el ordenador desde el que trabaja en el salón de su casa, frente al sofá y la televisión. Pero le está buscando una nueva ubicación. No muy lejos. Tiene previsto instalarlo en breve en una habitación del piso en el que vive de alquiler en Lugones que ya está habilitando para convertirla en su oficina. Como autónoma, el teletrabajo que practica desde hace cinco años le supone un ahorro de costes, poder conciliar y una mayor flexibilidad. "Lo que hago es adaptar mi horario al de mi pareja, cuando él se va a trabajar yo me pongo a ello también. Los dos tenemos jornada partida", explica.

González montó hace un lustro su compañía, Súper Luster, en su domicilio dedicada al diseño en vinilos, de furgonetas, de imágenes de empresas... Entre sus clientes asegura que hay muchos autónomos como ella que deciden emprender ante las dificultades de encontrar un empleo por cuenta ajena.

Para quedar con esos clientes utiliza cafeterías o va ella misma a visitarlos para evitar un excesivo tránsito de gente por su hogar. "Trabajar en casa te da flexibilidad, pero al final te cuesta más desconectar por mucho que te intentes fijar horarios", sostiene la emprendedora.