La patronal asturiana de la construcción (CAC-Asprocon) escenificó ayer en su asamblea general el relevo en la presidencia que estatutariamente ya se produjo el pasado 10 de agosto: la salida de Serafín Abilio Martínez, quien lideró el sector durante 34 años, y el nombramiento de Ramón Montero Arjonilla, ingeniero de 37 años que este jueves protagonizó su primer intervención ante los empresarios de CAC-Asprocon. "No somos los causantes de esta crisis, que se ha llevado por delante miles de empresas y también el patrimonio personal de muchos empresarios", expuso Montero tras anunciar su propósito de "defender y dignificar" la imagen de un sector, denunció, al que "injustamente" se ha asociado también con la corrupción y la especulación.

"La anécdota no se puede convertir en categoría. Los casos de corrupción son reprobables y se deben perseguir y castigar, pero no se pueden imputar a todo el colectivo porque nada tienen que ver con las buenas prácticas de la inmensa mayoría de las empresas", resaltó Ramón Montero, nacido en Madrid, vinculado familiarmente a Asturias (está casado con una ovetense) y exdirectivo de empresas como Constructora San José y OHL.

El nuevo presidente profesional de los constructores asturianos habló de continuidad y renovación ante el nuevo ciclo que se abre en CAC-Asprocon. Continuidad en la medida en que "sería una torpeza prescindir del magnífico trabajo realizado por la anterior dirección", dijo en referencia a Serafín Abilio Martínez, quien ayer se despidió con una intervención ante los asociados de la patronal y recibiendo con emoción numerosas muestras de afecto, entre ellas las de dirigentes sindicales y representantes políticos que acudieron a la clausura de la asamblea de la CAC. Montero, como tantas veces hizo su antecesor durante los últimos 34 años, instó a la colaboración entre la Administración, las empresas y los sindicatos para respaldar a un sector que es "un potente generador de empleo directo".

El ingeniero madrileño apuntó en dirección al problema del envejecimiento y del descenso de población en Asturias y llamó a favorecer la atracción de inversiones y empresas hacia la región. Invertir la caída demográfica, vino a decir, es capital "para que haya demanda de vivienda y de infraestructuras", las dos patas del negocio constructor.

Y en el terreno de "la renovación", Ramón Montero ensalzó la capacidad de adaptación que han demostrado las empresas supervivientes de la crisis y la necesidad de que el sector modernice sus métodos de gestión, optimice sus costes, mejore la formación -"de los trabajadores y de los empresarios"- y alcance una colaboración efectiva - "fructífera, no retórica"- con los centros tecnológicos. Ser "más competitivos". "Es el único camino", según el presidente que ha asumido el nuevo liderazgo de la construcción asturiana.