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Ramón Montero, presidente de los constructores asturianos: "Nada hay mejor contra el paro que fomentar la construcción"

"Hemos vivido una reconversión muy dura solos y a pulmón" | "Una prórroga presupuestaria nos ahogaría un poco más"

Ramón Montero, en la sala de juntas de CAC-Asprocon, en Oviedo. LUISMA MURIAS

Ramón Montero Arjonilla tomó el pasado agosto el testigo de Serafín Abilio Martínez como presidente de la patronal de los constructores asturianos (CAC-Asprocon). Ocupar el lugar de un dirigente que "lo ha sido todo" en esa organización "es arduo", reconoce este ingeniero de Caminos de 37 años, nacido en Aranjuez (Madrid) y casado con una asturiana. En esta entrevista repasa la situación del sector tras haber superado sus primeros cien días en el cargo.

- La obra pública sigue bajo mínimos (32% menos este año en Asturias, según Seopan). Esa parte del negocio no despega...

-Los datos de licitación indican que es el peor año de la última década, con excepción de 2012, que fue el segundo peor de la serie histórica. Es un reflejo fiel de cómo está la situación de las empresas contratistas que dependen de la inversión pública.

- El proyecto presupuestario del Principado para 2018 es más expansivo con el gasto. ¿Encuentra en ellos una mejora de la inversión en obra civil?

-Analizamos las inversiones y el aumento que vemos es prácticamente nulo. No son peores cuentas que las anteriores, porque ir a peor es complicado, pero son continuistas. En todo caso, preferimos que haya esos Presupuestos a una prórroga presupuestaria, que nos ahogaría un poco más.

- El Gobierno regional sí ha aceptado la petición de modificar los pliegos de condiciones para dar más peso a la valoración técnica y rebajar el de la oferta económica. ¿Qué relevancia tiene ese cambio?

-Dentro de lo poco que tengamos de obra pública, hace que se licite de una forma más ordenada y eficiente, también para la propia Administración. Tender a la subasta pura y dura como se hace hasta ahora nos crea problemas a todos. Problemas de competencia desleal para las empresas y problemas para el Principado con obras, que luego son imposibles de ejecutar por las bajas tan grandes que se presentan. Siempre pedimos, y la Consejería de Infraestructuras se ha hecho eco de ello, dar más peso a la parte técnica de la oferta.

- Detrás de esa reforma se vislumbra un intento de frenar la frecuente entrada de empresas foráneas en obras regionales. ¿Están las compañías de aquí en condiciones de hacer lo mismo en otras comunidades?

-Mi planteamiento es hacer que la empresa de la construcción asturiana sea fuerte, potente, y que no tengamos miedo de quien venga a competir aquí sino al contrario, que sean las empresas de fuera las que lo tengan, porque las de aquí son fuertes y conocen el mercado, hacen las cosas bien y optimizan costes. El camino es ese: dotar a las empresas de esa fortaleza.

- ¿De qué forma?

-Hay que estudiar muy bien el tejido empresarial de nuestro sector. No tenemos grandes empresas que puedan salir a mercados internacionales a buscar grandes proyectos. Somos un núcleo de pymes y micropymes y generalmente familiares, a las que tenemos que dotar de herramientas para innovar, mejorar costes e industrializar el sector en lo que se pueda, para ser más eficientes.

- ¿Qué tipo de inversiones echa de menos en las cuentas regionales?

-Tenemos una red viaria enorme en Asturias y hace falta conservarla. Construir y dotar de infraestructuras está bien, pero conservarlas es fundamental. Debería dotarse económicamente mucho más que ahora. Ahorraríamos en accidentes, en emisiones de CO2? Una infraestructura que no se mantiene se echa a perder en unos años, y luego cuesta muchísimo más rehacerla que haberla conservado correctamente.

- En los acuerdos de concertación (2016-2019) se pactaron compromisos de obra pública. ¿Los está cumpliendo el Principado?

-Recientemente se reunió la mesa en la que se analiza la licitación, y los datos de 2017 que presentó el Gobierno y los nuestros difieren muchísimo, en más del 50%. He quedado con el consejero (Fernando Lastra) para limar esas asperezas y unificar criterios. Sin miedo a equivocarme, mejores datos sobre la construcción que nosotros no los tiene nadie.

- La edificación de vivienda sí empieza a remontar...

-La cifra de proyectos visados supera por primera vez en muchos años las mil viviendas, de modo que está repuntando un poco la actividad. Nuestros promotores están haciendo las cosas bien y el sector se ha sabido autodepurar, quizá expulsando a quienes no eran tan profesionales como los que tenemos hoy en día. Los bancos exigen garantías muy elevadas que no todo el mundo puede cumplir. Cerraremos el año con proyectos para unas 1.200 viviendas, aún lejos de nuestro objetivo estratégico, que es de 2.500, pero estamos en camino. Asturias podrá absorber a corto y medio plazo ese volumen.

- Muchas empresas se han reorientado hacia la rehabilitación. Usted ha planteado que se estimule permitiendo aumentos de edificabilidad. ¿No colisiona algo así con los planes urbanos?

-La rehabilitación está bien y muchas empresas la están haciendo con muy buenos resultados, algunas de ellas reconocidas a nivel nacional e incluso europeo. Pero la rehabilitación no se tiene que ver como la panacea. Tenemos que ser capaces de hacerla atractiva, y una opción podría ser efectivamente rehabilitar aumentando la edificabilidad. Tiene un encaje complicado con los planes, pero se pueden mirar todas las opciones y valorar.

- ¿Ha tocado fondo la destrucción de empleo en el sector?

-La última información indica que nos estabilizamos. Estamos en torno a 8.500 personas, después de haber tenido 30.000 en 2007 y 2008 y de haber sufrido mucho en todo este tiempo, siendo como somos un sector generador muy directo de empleo: por cada nueva vivienda construida se generan entre cuatro y cinco puestos entre directos e indirectos y por cada millón de inversión pública se generan otros veinte. Somos uno de los motores más potentes de creación de empleo y creemos que realmente no hay mejor medida contra el paro que fomentar la construcción. Y me gustaría decir que toda esa pérdida de trabajo que hemos tenido en estos años se hizo a pulmón por las empresas asturianas, sin ningún tipo de ayudas. Se nos tildó como los instigadores, como los causantes de la crisis, y nadie se alarmó porque pasáramos de 30.000 trabajadores a 8.000. Sufrimos una reconversión muy dura a costa de las empresas, con la pérdida de más de 23.000 empleos y del 60% de las compañías. Un golpe duro que vivimos solos. No se tuvo conciencia de que no éramos tan malos como se quería que se nos viera.

- Usted comentó en su primer discurso al frente de CAC-Asprocon la necesidad de desterrar la imagen que conecta a la construcción con la especulación y la corrupción...

-La mala imagen permanece y no sé hasta cuándo nos va perseguir. Una de las cosas que quiero hacer a corto plazo es mejorar esa imagen, que no refleja la realidad de la empresa constructora en Asturias.

- Últimamente han emergido crisis en empresas relevantes como Coprosa y Procoin, ambas en preconcurso de acreedores...

-No puedo valorar su situación concreta. Sí creo que las dos son ejemplos de empresas que lo pasaron mal en la época de crisis y que han ido haciendo los deberes y optimizándose al máximo. Sería una pena que cuando ya están saliendo adelante vinieran más dificultades. Desde aquí lo que podemos es darles apoyo y así se lo hemos transmitido.

- ¿Cómo es la situación económica de la propia patronal?

-Está económicamente saneada, sin riesgos a corto y medio plazo. Si es cierto que toda esta crisis nos afectó y que pasamos de tener más de setecientos asociados en 2007 a los 318 que tenemos actualmente, entre las que hay muchas empresas pequeñas. Con lo que tenemos, hay que potenciar los servicios que les prestamos.

- El comité ejecutivo de CAC-Asprocon expresó ya en septiembre su apoyo a Belarmino Feito como candidato a presidir la patronal FADE. Fue antes de que se presentara un segundo candidato, Alejandro Díaz. ¿Ha habido cambios en esa posición?

-En absoluto. En el comité nos decantamos por Feito y allí valoramos todas las opciones que se podían plantear, incluso la de que apareciera otro candidato en el futuro, porque en aquel momento no estaba iniciado el proceso electoral. Se tomó la decisión adecuada, sin perjuicio de que, personalmente considero que es sano que haya una competencia, incluso para el futuro presidente. Es bueno para todos.

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