"En Cajastur nunca recibí presiones políticas y, si percibí que pudiera haberlas, procuré protegerme de ellas aun con coste personal. Pero yo no las recibí nunca", afirmó ayer el consejero delegado de Liberbank y expresidente de Caja de Ahorros de Asturias, Manuel Menéndez, durante su comparecencia en la comisión parlamentaria del Congreso de los Diputados que investiga la crisis financiera.

Menéndez sostuvo, a preguntas de diputados de cinco formaciones políticas, que "en el consejo de Cajastur hubo políticos" pero que "siempre se comportaron como consejeros y fueron cuidadosos en la defensa de los intereses de la entidad" y que "cuando alguno pudo tener alguna actuación distinta, se corrigió". "Los políticos validaban las propuestas que hacían los técnicos y no imponían las decisiones. Si hubo errores, fueron míos y no de los políticos", señaló. Reiteró que "en Cajastur nunca hubo imposiciones políticas": "No participamos en proyectos en los que no quisiéramos estar", dijo.

El primer ejecutivo de Liberbank afirmó que este banco ha ajustado su costes operacionales y de plantilla "sin despidos y repartiendo las cargas", en referencia a los expedientes de regulación temporal de empleo con reducciones de jornada y de salarios que aplicó la entidad, así como al programa de bajas voluntarias. "Son medidas desagradables" pero con las que se ha evitado, sostuvo, la adopción de medidas traumáticas.

El sistema financiero afronta ahora el reto de la digitalización y de la sobrecapacidad de oficinas, lo que, a su juicio, va a exigir medidas que concilien las necesidades del sistema financiero con el acompañamiento social, por lo que emplazó a las administraciones públicas a colaborar en la búsqueda de soluciones conjuntas con el sector privado y animó al parlamento a legislar para facilitar la transición.

"El grado de concentración bancaria en España no es menor", por lo que a su juicio "no sobran entidades". Con esta afirmación contestó a un diputado que lo interrogó sobre la viabilidad de la banca mediana, caso de Liberbank. Menéndez sostuvo que "no parece que en España sobren entidades", sino oficinas. "Tenemos una densidad aún alta de sucursales, que en muchos núcleos son difíciles de justificar con los niveles que tienen de asistencia de clientes". Esto -agravado por los "cambios en los hábitos de la clientela" hacia la banca digital- es, en su opinión, "insostenible". "Es muy difícil de justificar tener algunas oficinas abiertas", aunque esto es, afirmó, "muy controvertido" porque el cierre de oficinas conlleva "exclusión financiera" de una parte de la población. Para afrontar esta disyuntiva planteó que debe haber una "colaboración con las administraciones públicas para encontrar una solución".

Tras los ajustes realizados, la banca no afronta tanto, opinó, un problema de exceso de plantilla como de necesidad de cambio de los perfiles profesionales. "Necesitamos flexibilidad para anticiparnos a los cambios", dijo. "Pese al crecimiento económico, la banca tiene dificultades de rentabilidad a causa de los bajos tipos de interés y en este contexto tenemos que afrontar una transformación del modelo para adaptarnos a las nuevas tecnologías digitales y a las nuevas demandas de la clientela que nos lo exige". "Para acometer este cambio", agregó, "el sector tiene una estructura inadecuada con perfiles profesionales que ya no se demandan mientras que necesitamos generar otra nueva con los perfiles que se precisan". Menéndez emplazó a los grupos políticos a aportar "herramientas" al sector para esta transición "minimizando el coste social" porque "si no la hacemos, y pronto, nos arriesgamos a que vengan competidores" (en referencia a las llamadas "fintech": compañía tecnológicas con operatoria financiera) que lo hagan".

Sobre la crisis financiera sostuvo que no todos los problemas de las cajas tuvieron que ver con "malas prácticas", que por su dedicación al mercado nacional y su imposibilidad de acceder a los mercados financieros internacionales estaban ligadas (para lo bueno y para lo malo) a lo que le ocurriera a la economía española y que hubo errores de todos en la apreciación de la profundidad de la crisis -y "no sólo", precisó, en los primeros años de la crisis-, aunque sería "injusto" en su opinión juzgar con la información de la que se dispone hoy las decisiones que tomaron Gobiernos, reguladores y entidades con los datos que se tenían entonces.