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Adán Fernández, creyente

El candidato de UPyD mantiene tenazmente su causa, contra viento y marea, por una cuestión de "integridad personal"

ante el américa. Adán Fernández posa frente al Colegio Mayor América, que fue su casa cuando a los 18 años dejó su Vegadeo natal para disfrutar de la vida universitaria. MIKI LÓPEZ

Adán Fernández Veiguela no es un político al uso. Dio el paso cuando nadie más quería "el mochuelo", tras una dolorosa ruptura interna, y se presentó a las elecciones autonómicas. No obtuvo escaño. Siete meses más tarde, Adán Fernández vuelve a la carga, esta vez como cabeza de lista al Congreso de UPyD, cara visible de un equipo "que lo ha dado todo por este proyecto durante ocho años". Es un convencido, un creyente al que le ha tocado enfrentarse, en las urnas, al que fue su jefe, Ignacio Prendes, que compite en esta ocasión bajo unas siglas ganadoras, las de Ciudadanos. No le había vuelto a ver desde que se consumó la ruptura interna de UPyD, en abril de este año, y su reencuentro, "cordial", se produjo al participar en el arranque de campaña impulsado por este periódico.

Fue un momento, dice, "emotivo", pero no fácil. Con pocos medios para impulsar la campaña, una de sus prioridades es mantener la presencia pública en un momento en el que la tendencia es a dirigir todo el foco mediático hacia los partidos mayoritarios. Hombre tenaz, está dispuesto a disputar centímetro a centímetro el espacio, para lograr convencer a todos los votantes posibles de que es bueno que la formación magenta mantenga presencia y voz en el Congreso de los diputados.

Fernández, natural de Vegadeo, es licenciado en Derecho. Persona sensible y empática, sus amigos aseguran que "es honesto, se hace querer y a veces le cuesta trabajo decir que no".

Llegó a la política por convencimiento militante, después de escuchar en una ocasión a la fundadora de su partido, Rosa Díez. Tras obtener su formación un diputado en la Junta General, Adán Fernández se integró en el equipo de asesores de Prendes, hasta que los vaivenes políticos le pusieron al mando de la nave. "He acumulado en un año más experiencia que en el resto de mi vida", reconoce.

Lector y amante del teatro, periodista vocacional, al que le gusta hacer running y madrugar, su vida está vinculada a su ciudad de adopción, Oviedo, a la que llegó con 18 años para estudiar la carrera, y de donde ya no se ha ido. No tiene hijos, aunque sí una ahijada, hija de una amiga íntima, a la que quiere como si fuera propia.

Si las urnas le son propicias, contra encuesta y marea, llevaría la representación a Madrid, aunque es un logro tan difícil que no se lo plantea: por el momento, lo suyo es luchar en el día a día por el proyecto político en el que se embarcó y del que no quiso saltar cuando las cosas se pusieron feas.

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