Perfil

Santiago Abascal: el líder perseverante de la extrema derecha

Empezó siendo concejal en Llodio, bastión 'abertzale', y debutó en el Congreso en 2019, coincidiendo con el segundo aniversario de la muerte de su gran referente político: su padre

Santiago Abascal: el líder perseverante de la extrema derecha

PI STUDIO

Paloma Esteban

El día que Santiago Abascal (Bilbao, 47 años), el ahora candidato de Vox a las elecciones generales 2023, debutó en la tribuna del Congreso de los Diputados se cumplían dos años de la muerte de su padre. Fue el 23 de julio de 2019, durante el primer debate de investidura de Pedro Sánchez y allí, delante de todos, confesó que su entrada en política, a los 18 años, estuvo motivada exclusivamente por defender la figura que más le ha influido en su vida y que vivió amenazado de muerte los últimos 30 años por ETA.

En aquella intervención, con voz y manos temblorosas, se presentó: “Señorías, yo soy el hijo de un sencillo comerciante de Amurrio, de Álava, en el Valle de Ayala, que llegó a sentarse en este hemiciclo representando a los vascos que seguían en pie cuando unos caían asesinados por el odio separatista; otros, huían por el chantaje y el miedo; y otros, los peores, se rendían y traicionaban”.

La trayectoria política de Abascal está totalmente condicionada por su juventud en el País Vasco durante los años de plomo del terrorismo y por la decepción que le llevó a abandonar el Partido Popular después de 20 años de militancia y cargos públicos. 

Con 23 años fue elegido concejal en la localidad alavesa de Llodio, bastión ‘abertzale’ que lideraba el histórico Pablo Gorostiaga, condenado por colaborar con la banda terrorista. Tuvo muchos y sonados enfrentamientos en aquel ayuntamiento, al que llegó por primera vez sin barba y a gritos de “hijos de puta, cabrones, fascistas, vais a morir”. No se calló nunca, haciendo gala de lo que había aprendido en su casa.

En realidad, su vida siempre estuvo rodeada de ataques: pintadas de “gora ETA” en los caballos, ataques e incendios en la tienda de ropa familiar y amenazas en plena calle de que “el siguiente sería él”. En 2000 se puso al frente de Nuevas Generaciones en Euskadi coincidiendo con algunos líderes tan protagonistas hoy como Juanma Moreno; y en 2005, ya licenciado en Sociología por la Universidad de Deusto, entró en el Parlamento Vasco, siendo compañero de escaño de Borja Sémper. Protagonizó escenas que anticiparon cuál sería su impronta política como cuando rompió una de las papeletas de la consulta de Ibarretxe en pleno debate.

En 2006 creó la Fundación para la Defensa de la Nación Española (DENAES), considerada el verdadero embrión de lo que después sería Vox y donde conoció a personas clave que aún le acompañan hoy. La fundación era una manera de reunir todo lo que no le encajaba del PP y que pondría encima de la mesa en una durísima carta de despedida dirigida a Mariano Rajoy en 2013: “He llegado a la conclusión de que no hay ninguna posibilidad de cambiar las cosas desde dentro y de que el PP está secuestrado por la inamovible cúpula a la que representas, que ha traicionado nuestros valores y nuestras ideas”. En aquella carta denunciaba el “arrinconamiento” de los que fueron sus grandes referentes como María San Gil

Santiago Abascal.

Santiago Abascal. / EFE

Todo ese runrún, gestado durante años, reflexiones, decepciones y molestias terminó iluminando al de Amurrio: el PP había abandonado la batalla ideológica, renunciaba a sus valores y Rajoy se había convertido en un tecnócrata. Vio el hueco y creó Vox

No fue hasta 2018 cuando el partido irrumpió por primera vez en un Parlamento autonómico, el andaluz, con 12 diputados. Desde aquel momento Abascal ha llevado al partido a convertirse en la tercera fuerza nacional (noviembre de 2019) y municipal (mayo de 2023). Su hiperliderazgo no está en discusión, pero también constituye la gran amenaza: no hay recambio ni posibilidad de pensar en futuro sin él.

Carismático, desafiante, “comprensivo a pesar de todo”, dicen entre sus filas, y convencido, así lo ha trasladado a los suyos, de que Vox “no es como Ciudadanos ni Podemos”, sino que responde a una ola política que ya está asentada en Europa y Estados Unidos. Asegura que no será flor de un día ni una moda pasajera. La perseverancia le llevó a asentar un proyecto a la derecha del PP que es una realidad en Italia de la mano de Giorgia Meloni, uno de sus referentes internacionales, junto al populismo que defiende Donald Trump, el húngaro Viktor Orbán (su gran ejemplo) y el polaco, Mateusz Morawiecki.

Hace solo unos días reveló que su cantante favorita es Rocío Jurado. A pesar de la defensa de lo clásico, en su vida personal ha roto algunos moldes. Se ha casado dos veces y tiene cuatro hijos. Los dos últimos con la ‘influencer’ Lidia Bedman (más de 230.000 seguidores en Instagram). Cuando en los inicios de Vox se reunía con dirigentes de la derecha que pudieran inspirar el proyecto visitó a Juan Hormaechea en su casa de Santander. Tomando un café y lamentándose de la pérdida de los valores tradicionales, el dirigente de AP (fallecido en 2020) espetó: “Hay que ver. Cada vez la gente se divorcia más”. Abascal no sabía donde meterse.