Elecciones 23J

Santiago Abascal: fortalezas y debilidades del candidato de Vox

Vox aspira a entrar en el Gobierno central en las elecciones más decisivas de la historia de la formación

Ilustración de Santiago Abascal vestido de domador y encarándose a un león del Congreso de color PSOE con la bola de color Sumar.

Ilustración de Santiago Abascal vestido de domador y encarándose a un león del Congreso de color PSOE con la bola de color Sumar. / Pablo García

Paloma Esteban

Santiago Abascal afronta las elecciones generales del 23 de julio como una fase decisiva para su formación. Tras firmar coaliciones autonómicas y municipales con el PP, y con las encuestas dando como escenario muy probable que haya suma en la derecha, el líder de Vox aspira a entrar en el Gobierno central. Combatir la llamada del voto útil de los populares y obtener un número de escaños suficiente como para forzar su presencia en el Consejo de Ministros determinará si, como en otros países de Europa, la ultraderecha despega en España. Estos son sus puntos a favor y en contra a partir de su DAFO, una evaluación de sus Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades.

En el siguiente cuadro interactivo se muestran las palabras clave del análisis del candidato. Cada término se desarrolla en los textos que aparecen después.

Debilidades

Un discurso que rompe consensos. La precampaña electoral en la derecha ha estado muy condicionada por debates que tienen poca discusión en España como la violencia de género, ante el empeño de Vox de diluirla en la violencia intrafamiliar con otras agresiones que se producen en el seno de una familia; o los ataques a la bandera LGTBI ordenando su retirada en algunos pueblos o llamándola “trapo” por el único vicepresidente autonómico que en este momento tiene Vox. Un discurso que rompe consensos y que genera malestar incluso dentro de votantes de la derecha, que rechazan el negacionismo en cuestiones tan básicas. Vox defiende así posiciones de la ultraderecha más presentes en Hungría o Polonia, alejándose de Francia o Países Bajos, de corte más liberal, y deja el campo del centro derecha entero al PP.

Cargos y dirigentes extravagantes. La exhibición de algunos perfiles de Vox tras los pactos autonómicos han dejado al descubierto las extravagancias que envuelven a muchos cargos del partido llamados a asumir responsabilidades institucionales. La propia candidatura de Carlos Flores en la Comunidad Valenciana, sobre el que pesa una condena contra su exmujer por violencia machista del año 2002, ha sido un ejemplo claro. La elección de otros como el balear Gabriel Le Senne o la aragonesa Marta Fernández para las presidencias de sendos parlamentos, con declaraciones públicas negando el cambio climático, poniendo en duda las vacunas contra el coronavirus o afirmando que Irene Montero “solo sabe arrodillarse para medrar” dejan a Vox sumido en la excentricidad.

El ascenso del ala dura. A pesar del hermetismo que caracteriza al partido, las turbulencias internas de los últimos meses han dejado tocada a la formación. La marcha de Macarena Olona tras el fracaso en Andalucía, acompañada de denuncias públicas a la financiación del partido, se suma al ascenso del ala más dura dentro de la formación con el protagonismo de dirigentes como Jorge Buxadé en las negociaciones autonómicas. Las figuras políticas emergentes están vinculadas al Opus Dei e incluso a la Falange. Otras como la de Kiko Méndez-Monasterio, siempre mano derecha de Abascal, confirman la apuesta por los discursos más duros. Si Vox había pretendido defender a la España que madruga, buscando una ‘lepenización’ del partido y tratando de atraer a movimientos obreros con su sindicato Solidaridad, esa estrategia parece ahora fracasada.

Amenazas

Llamada al voto útil de Feijóo. Es quizá la mayor amenaza que asola a Abascal en esta campaña. La estrategia del PP, lanzado a por los votantes de la derecha que quieran asegurar un cambio de Gobierno sin recurrir a ‘experimentos’ o a esas extravagancias en candidatos y discursos, está teniendo ya incidencia en el bloque de la derecha según todas las encuestas. La llamada al voto útil y a aglutinar el “voto seguro” en las siglas populares merman la capacidad de Vox.

Cordón sanitario en el Congreso. A la espera de ver el mapa que arroja la noche electoral del 23J, Vox está absolutamente aislado dentro del Congreso. La falta de aliados y el cordón sanitario que defienden el resto de partidos podría terminar provocando su irrelevancia si no consigue un número de escaños lo suficientemente relevante. Feijóo ya ha fijado un criterio para su gobierno: si necesita el sí de Vox, entrarán en el Consejo de Ministros. Pero si es posible recurrir a otros grupos parlamentarios o solo necesita la abstención de Vox, forzará dejarlos fuera. El llamamiento a otros apoyos o abstenciones “patrióticas”, dicen en el PP, será la primera baza que jueguen para dejar fuera a Abascal.

Pasarse de frenada. Ocurrió en Andalucía y el PP quiere repetir esa estrategia. La insistencia de Olona, entonces candidata a la Junta, de que sería vicepresidenta, o ahora la exigencia de entrar en gobiernos como el de Murcia (a pesar de que Fernando López Miras se quedó a dos escaños de la mayoría absoluta), además de buscar la presidencia en todos los parlamentos autonómicos posibles, sitúa a Vox en la antítesis de lo que venía siendo su discurso: que buscan sillones por encima de lo demás. 

Fortalezas

Liderazgo y suelo electoral. El principal activo electoral de Vox es su propio líder. En las campañas el mayor protagonista siempre es Abascal y los resultados de las provincias se le imputan a él, incluso en las que los candidatos son absolutos desconocidos. En las elecciones generales siempre ha tenido un mejor resultado que en autonómicas y locales. Además, todas las encuestas reflejan que sus votantes son los más fieles de todo el panorama nacional, con tasas que han llegado a estar en el 80%, despertando un interés especial entre los jóvenes, con estrategias en redes sociales como Tik Tok que siguen siendo desconocidas para otros partidos tradicionales.

Poco desgaste en la gestión. Con la excepción de Castilla y León, donde han protagonizado una reciente polémica con los agricultores, Vox aspira a entrar en el Gobierno de la nación con la ventaja de no tener muchas piedras en la mochila de su gestión. Su presencia en futuros gobiernos autonómicos, igual que en el castellano y leonés, es más simbólica que competencial. Los dirigentes de Vox no han sido gestores y nadie les puede reprochar que sus promesas electorales son irrealizables o exceden el marco de competencias de un Estado para adentrarse en la UE. No hay antecedentes ni promesas incumplidas de sus programas electorales todavía.

Populismo sin complejos. Vox, que acuñó el apodo de “derechita cobarde” para el PP, ha logrado instaurar el mensaje de que solo ellos son capaces de plantar cara a los lobbies de “la izquierda progre” que generan rechazo en amplias capas de la población. Abascal siempre ha defendido que abandera el discurso de lo políticamente incorrecto, agitando como nadie guerras culturales. No tiene competidores en su discurso antieuropeista, contra el cambio climático o contra lo que llama “dictadura de género”. Ha logrado meterse buena parte del voto del campo en el bolsillo con duras arengas contra las políticas de la UE, se ha apropiado de la bandera nacional o de tradiciones españolas como la caza y los toros.

Oportunidades

Negociación autonómica. La negociación del 28M ha dejado a Vox dentro de los gobiernos autonómicos de la Comunidad Valenciana y Extremadura. Si el PP quería lanzar el mensaje de que los votos a la ultraderecha no servían, Abascal puede exhibir ya su presencia en tres comunidades. Incluso en la extremeña, con una dura negociación en la que Vox doblegó a la candidata popular, María Guardiola

Órdago en Murcia. Aunque el PP considera que la investidura fallida en Murcia les hará la campaña al votar Vox contra su candidato y al lado del PSOE, en Vox aseguran que sus electores prefieren repetir elecciones a ceder con el PP. Y más aún en un territorio clave para los ultra, donde obtuvieron el 18% de los apoyos por mucho que López Miras se quedara a dos escaños de la mayoría absoluta. Abascal entiende que llevar el órdago hasta el final le permite exhibir dureza y seguridad a los suyos.

Ministros del futuro Gobierno. El mensaje no puede ser más claro: Vox no regalará sus votos. Lo dijeron en la campaña de mayo y lo harán también a nivel nacional. Feijóo ya ha fijado un listón, aunque Abascal no lo comparte. Insistirán en que las abstenciones tampoco son gratis, pero la gran oportunidad es resistir con un número suficiente de escaños como para que Feijóo necesite su voto afirmativo. De ser así no habrá discusión posible: Vox tendrá por primera vez ministros en un Gobierno de España, confirmando el despegue de la ultraderecha en nuestro país.

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