Madrid

Poco más de dos meses aguantó Alberto Saiz en el ojo del huracán después de que agentes del CNI lanzaran contra él acusaciones de pagar con fondos públicos viajes para cazar y pescar en África y América. También se le responsabilizó de someter a agentes al polígrafo en su desesperada búsqueda por dar con los autores de las denuncias.

«Cada vez que viaja al extranjero con motivo de un encuentro o jornadas de trabajo relacionadas con los servicios secretos se lleva su escopeta o rifle y aprovecha para pasar unas jornadas de caza a cuenta del erario público: gratis total», dijeron la fuentes del CNI.

Hartos de hacer de secretarios de caza, porteadores y ojeadores del director, algunos agentes optaron por contar a la prensa las arbitrariedades y abusos de Saiz. Los agentes que operan en Mali tuvieron que prepararle en abril de 2008 dos noches de caza porque el director del CNI quería abatir una de las piezas más codiciadas en aquella región: el cerdo africano. Saiz estuvo dos noches de guardia acompañado por hombres del CNI, pero no logró abatir a ninguno.

El director del CNI se desplazó meses después a Senegal a practicar sus aficiones. Alberto Saiz también se dedica con pasión a la pesca submarina. En noviembre de 2004 lo hizo concretamente en México.

En otra denuncia se cuenta que «primero remodeló el despacho, después mandó adquirir un nuevo vehículo BMW blindado y más tarde hubo que comprar un Volkswagen todoterreno para que pudiera ir a cazar y no se cargara los coches del Centro».

En el Centro Nacional de Inteligencia se habla de las reformas en el chalé que Saiz tiene en una zona residencial de Madrid. Los agentes que han visto esas reformas (ventanas, interior, jardín, barbacoa y otras dependencias) saben del tiempo que han empleado los especialistas del CNI (albañiles, electricistas, fontaneros, carpinteros y jardineros) en adaptar la residencia del director a su gusto y calculan que el montante de la obra ascendió a 300.000 euros.