A las 10.45 del viernes, 9 de octubre, en el despacho de Fraga, escucho que don Manuel está preocupado porque su hija, la doctora, no le recomienda la vacuna contra la gripe A; otros le aconsejan lo contrario.

-Leí el libro que me regaló, y veo que usted nació en la Rúa da Pravia.

-No. En esa calle, al final, hay un árbol «A Pravia» al que le tienen mucho cariño los villalbeses, pero no da nombre a la calle.

-Usted escribió discursos para Franco?

-No, nunca lo hice.

-¿Y para Juan Carlos?

-Tampoco.

En sus memorias dice: «Despacho con Franco, le llevo el borrador de su discurso». Y: «Preparé con especial cuidado los textos de la mayoría de las alocuciones reales». Me callo. Me dijo la secretaria que no estaba de humor, tras el «caso Gürtel».

-¿Alguien los escribió para usted?

-En general, no. Suelo hacer un guión y los digo de viva voz, como es sabido.

-Su título «En busca del tiempo servido» es paráfrasis de la obra de Proust.

También lo niega. Está de nones.

-Dijo José Antonio en el Teatro de la Comedia que «la democracia es un ruinoso sistema de derroche de energías». ¿Abusamos hoy de la democracia?, ¿damos más valor a los datos estadísticos que a los datos críticos?

-Los datos estadísticos son los que valen. Yo creo mucho en las estadísticas y en los estudios sociales previos.

-Eso, en algunos casos, podría llevarnos a decir que la Pantoja, a juzgar por el lleno que logró en nuestras fiestas de Oviedo, es una unidad de destino en lo universal.

-Son cosas diferentes. Admiro mucho a esta gente y le deseo éxito.

-Dice que su familia jamás le pidió nada. Y usted, ¿le pidió algo?

-Le debo todo porque me formó en los valores en los que creo y ahora se están perdiendo, por desgracia. Nunca agradeceré bastante a mi madre y a mi padre la formación que me dieron, con el ejemplo, sobre todo.

-¿Se involucró en la educación de sus cinco hijos?

-Sí, dejándoles en libertad razonable, me interesé por ellos y hablamos de todo.

-Su amigo, Ricardo Pire, paisano mío, de Pravia, me contó que todas las Navidades visitaba a su tía de usted, Amadora.

-Ella estuvo de maestra en un sitio próximo a Asturias y siempre recibía productos de esa ría de Pravia, maravillosa.

-Ella le correspondía con orujo.

-No lo sé.

-Siempre preocupado por la financiación de su partido, no fue usted concejal de Urbanismo pero, ¿le tentó alguna vez Satanás?

-Satanás nos tentó a todos pero desde el primer momento fui repelente en ese terreno y en todos, en lo que he podido.

-¿Fue Asturias generosa con su partido?

-Por supuesto, y con muy buena gente. He tenido muy buenas relaciones con el presidente socialista, que lleva muchos años allí, estudió en Santiago y fue profesor en un colegio en Pontedeume; estuvo muy unido a Touriño, el que fue presidente del bipartito.

-Y usted, ¿qué le dio a Asturias?

-Mi admiración. Cada año viajo allí, como presidente del jurado de Ciencias Sociales, para asistir a la entrega de los premios «Príncipe», y un gran amigo mío, un gran oculista, Vega padre, me ofrece en su casa una langosta con verdura, plato poco conocido de la cocina asturiana.

-¿Fue Franco su único jefe?

-Mi único jefe fue mi conciencia. Franco prestó grandes servicios.

-¿Fue Franco buen jefe?

-La campaña que hay contra él desde la izquierda es en buena parte injusta. Todos los hombres cometen errores, pero Franco es figura señera de nuestra historia.

-¿Tenía Franco sentido del humor?

-No lo sé, no lo conocí suficientemente. Pero él entendía que algunas cosas se distanciaran de lo que él planteaba.

-¿Lo vio echar una carcajada?

-No lo recuerdo.

-¿Puede haber gente que conciba y ame a España de manera opuesta a usted y sea amigo suyo?

-Yo tenía muy buena relación con personas que no pensaban políticamente como yo y se notó mucho en la reunión de la ponencia constitucional; nos entendimos muy bien y, de vez en cuando uno invitaba a comer al resto.

-Suárez decía que usted estaba con la guardia baja después de comer. Einstein, en cambio, aseguraba que el estómago vacío no es buen consejero político.

-Nunca he sido un tragón, ni he abusado de nada, y cada vez me cuido más de aumentar de peso, de modo que no tengo nada que añadir a lo que dijo Einstein -se ríe.

-Es rarísimo que usted coma solo, pero alguna vez lo hizo. ¿Sabe cocinar?

-No. Sólo me faltaba eso. En mi familia siempre ha habido mujeres que han cocinado bien.

-¿Preferiría usted comer solo o con Blas Piñar?

-Mire usted, yo no quiero meterme con nadie. Nuestra distancia de opiniones es conocida pero no tengo ningún inconveniente en comer con él.

-Entró en un club de golf a tomar clases...

-Cuando yo era ministro, el Club Puerta de Hierro celebró un campeonato mundial de golf, yo les ayudé y me regalaron unos palos; cuando pasé por Londres, como embajador, tomé clases, pero no llegué a ser muy bueno.

-Algo así le sucedió con el violín.

-Nunca lo toque bien y el violín o se toca muy bien o es mejor no hacerlo.

-¿Qué opina usted de la pretendida cooficialidad de la lengua asturiana?

-No tengo nada en contra pero entiendo que el bable se ha desarrollado de una manera muy peculiar y tengo la impresión de que no es ningún problema para Asturias ni para España.

-La confusión de idiomas en la Torre de Babel, que fue una maldición de Dios, hoy sería contemplada como una bienaventuranza, señal de identidad.

-Los idiomas que tienen repercusión internacional se van reduciendo a dos: inglés y español.

-¿Es una suerte que los europeos hablemos tantos idiomas?

-Los idiomas nacen y mueren y, a pesar de que hay un intento de defensa de los establecidos, no es probable que consigan apoyo de grandes números de personas.

-¿Tiene en su gran memoria algún poema?

-Unos sonetos del siglo XVII, pero no me pida usted que se los recite.

-Dicen los platónicos que cuando escuchamos música que nos emociona no hacemos sino recordar el tiempo en que vivíamos en el Cielo.

-Todavía no hemos estado en el Cielo y ojalá lleguemos.

-Le han quitado su nombre a una calle, en Cambados.

-Soy muy popular allí y solemos ganar las elecciones, pero hubo alguien que se descuidó en una ocasión, llegaron personas del «bloque» y me quitaron la calle; cuando volvimos a gobernar allí, me la quisieron devolver, pero dije que deberían pasar cien años antes de aceptarla. No era oportuno establecer jueguecitos con eso.

-En Oviedo, al socaire de la ley de la Memoria Histórica, eliminaremos la calle División Azul, y en una encuesta de La Nueva España, quizá se ponga calle Real Oviedo; cambiamos de camiseta, no de color.

-Los temas políticos deben ser tratados como tales. No soy partidario de lo que se está haciendo en algunos sitios con la interpretación de esta ley, pero lo respeto.

-Aunque la monarquía ha regido los destinos de España durante siglos, ¿lo hizo bien?

-Los reyes no son todos iguales pero los hemos tenido excepcionales; Felipe II, los Reyes Católicos? Maquiavelo, que empieza «El Príncipe» dedicándolo a otro español, César Borgia, termina hablando de Fernando el Católico como el hombre más prudente e inteligente del siglo XVI. Carlos III fue un gran rey, ha cometido errores?

-¿Se pervierten esas dinastías en los matrimonios con plebeyos?

-No han sido frecuentes en España, y eso ha dado lugar a algunos abusos de la fidelidad matrimonial -nos reímos ambos.

-Cuando Franco propuso a Juan Carlos en Las Cortes como sucesor a título de Rey, 19 tuvieron redaños para votar en contra.

-Cada uno podía votar lo que quisiera, la mayoría estaba hecha de antemano.