Madrid / Oviedo, Agencias

La Audiencia Nacional ha condenado a 1.040 años de cárcel a cada uno de los etarras Mattin Sarasola, Igor Portu y Mikel San Sebastián como autores del atentado cometido con una furgoneta bomba en la terminal 4 de Barajas el 30 de diciembre de 2006, en el que murieron dos inmigrantes ecuatorianos y otras 48 personas resultaron heridas. Una acción terrorista con la que la banda dinamitó la última tregua.

La sentencia obliga a los condenados a indemnizar con 700.000 euros a la familia de Diego Armando Estacio, y con 500.000 a la de Carlos Alonso Palate, que no tenía abogado y recibirá la cantidad reclamada por el fiscal, igual que la fijada para uno de los 48 heridos, que sufre una discapacidad del 67 por ciento. El atentado produjo, además, daños en 863 vehículos en la T4.

La Sala considera culpables a los tres etarras de dos delitos de asesinato terrorista (por los que se les impone una pena de 30 años por cada uno), 48 delitos de asesinato terrorista en grado de tentativa (penados con 20 años cada uno) y un delito de estragos, que incrementa en veinte años más las penas solicitadas.

Las principales pruebas valoradas son las declaraciones autoinculpatorias de los tres acusados, el vídeo en el que se observa a Sarasola salir de la T4 con una gorra, una muleta y una peluca y el aviso de reivindicación realizado por Portu, que «no puede ser malinterpretado como un deseo de evitar daños a las personas sino, sencillamente, como una reivindicación». La sala aprecia «alevosía» y aplica a los tres la agravante de «disfraz» porque aunque lo utilizó Sarasola servía a un «proyecto criminal» y los tres buscaban «garantizarse la impunidad».

Sobre las denuncias de torturas que las defensas realizaron durante el juicio, y por el que cuatro guardias civiles se enfrentan a penas de cárcel en la Audiencia de Vizcaya, la sentencia concluye que las declaraciones autoinculpatorias fueron «voluntarias y no producto de tortura». El tribunal avala que las lesiones de Portu y Sarasola se debieron a que sus detenciones «resultaron violentas» por la resistencia en su intento de «huida». Recuerda además que el entonces jefe de comandos, Txeroki, ordenaba a los terroristas «denunciar siempre torturas».

El tribunal considera probado que Sarasola, Portu y San Sebastián formaban un comando que, siguiendo órdenes de ETA, ensayaron dos meses antes la colocación de una furgoneta bomba en Barajas y que el 27 de diciembre secuestraron al propietario del vehículo que el 29 Sarasola dejó cargado de explosivos en la T-4. Después cogió un taxi para reunirse con Portu, quien el día 30 dio el aviso telefónico. A las nueve de la mañana se produjo la explosión tras ser evacuada la terminal.