Oviedo / Seúl,

L. MUÑIZ / Agencias

El de ayer fue un día inolvidable para Mariano Rajoy: cumplió 57 años mientras en Seúl mantenía su primer encuentro (informal) con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y, en Madrid, el Museo de Cera exponía su figura en la sala donde ya están las de todos los miembros de la Familia Real, exceptuando la de Iñaki Urdangarín, que ha sido trasladada a la de los ases del deporte.

Rajoy concluyó ayer satisfecho su participación en la Cumbre sobre Seguridad Nuclear celebrada en la capital surcoreana. Y no es para menos: el presidente del Gobierno no disfrutó de un minuto libre y mantuvo no menos de ocho entrevistas con importantes mandatarios: los presidentes de Kazajistán, Nursultan Nazarbayev; Sudáfrica, Jacob Zuma, y Chile, Sebastián Piñera, y los primeros ministros de Canadá, Stephen Harper, y Turquía, Recep Tayyip Erdogan.

También se vio con el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y el presidente del Consejo Europeo, Herman van Romuy. Sin embargo, el encuentro que se llevó la palma, pese a su carácter informal, fue el ya pactado con Obama.

Fueron apenas dos minutos de charla, justo antes del inicio de la segunda sesión plenaria, en los que el inquilino de la Casa Blanca invitó a Rajoy a visitarle en el despacho oval. «Me ha trasladado una invitación y, cuando haya una fecha, con mucho gusto estaré allí», resumió el jefe del Ejecutivo. «Sé que nuestros equipos están trabajando muy bien juntos», le dijo Obama. Y ambos hablaron de la peliaguda situación económica.

La Casa Blanca, por su parte, explicó que ambos mandatarios mantuvieron «una buena conversación», en la que el norteamericano reiteró «lo mucho que espera colaborar» con el español y «fortalecer los lazos» entre los dos países. Y luego hablaron de idiomas: Obama lamentó no poder hablar en español, aunque dijo que sus hijas lo están estudiando y le van a enseñar. «Podrían hacer de intérpretes», bromeó el presidente de EE UU.

«Mis hijos también estudian inglés. Y yo también», le respondió, sin quedarse atrás, Rajoy, quien ya ha empezado a soltarse con algunas frases en sus encuentros con mandatarios extranjeros.

La jornada empezó con celebraciones, ya que, sabiendo que Rajoy cumplía ayer 57 años, el presidente surcoreano, Lee Myung-bak, le envió una tarta de chocolate a su hotel. Y cuando a Rajoy le llegó el turno de intervenir ante el plenario, Lee, anfitrión de la cumbre, pidió a todos los mandatarios un aplauso para el homenajeado.

Quizás un poco sobrepasado por la situación, el presidente del Gobierno hizo una reflexión un tanto siniestra: «Cumplir años nunca es bueno, pero no cumplirlos es mucho peor, así que estoy muy contento y muy agradecido por su cariñosa acogida».