CiU y ERC garantizaron ayer que la reciente reunión en secreto de los presidentes Mariano Rajoy y Artur Mas no debilita el acuerdo de gobernabilidad que ambos partidos firmaron tras las elecciones de 2012 para dar estabilidad a la Generalitat y celebrar el referéndum de autodeterminación. En el encuentro celebrado en la Moncloa, ambos interlocutores coincidieron a la hora de mantener los compromisos contra el déficit, aunque evidenciaron que no hay acercamiento alguno en torno al debate sobre el futuro de Cataluña.

«No estábamos al corriente de la reunión, pero esto no genera ninguna duda con respecto al pacto de estabilidad parlamentaria», dijo Marta Rovira, secretaria general de los republicanos. Tras confesar que tampoco sabía nada, el portavoz de CiU, Jordi Turull, garantizó que ERC tendrá toda la información, y aseguró que ambos partidos están siguiendo «de manera exquisita la hoja de ruta» del acuerdo de legislatura.

Rovira afirmó que la reunión en la Moncloa no contradice ni el pacto ni la declaración de soberanía, que no rechazan el diálogo con el Estado, y deseó que Mas actuara ante Rajoy «con la máxima lealtad» a Cataluña. Turull pidió hechos al Gobierno, porque sólo «con buenas intenciones no se va a ninguna parte».

Según Esquerra, Mas dio cuenta a su líder, Oriol Junqueras, de lo tratado con Rajoy, y lo hizo en otro encuentro «discreto» celebrado «horas antes» de que el miércoles se diese a conocer la entrevista con el jefe del Gobierno. «No hacía falta que nos informaran con antelación, lo entendimos perfectamente. Hay una buena y estrecha relación, por lo que no hay ningún tipo de desconfianza», dijo un portavoz.

«Si es cierto lo que nos ha explicado Mas, Rajoy le indicó que no hay vasos comunicantes» entre la flexibilización del techo de déficit para Cataluña y el desafío secesionista , añadió. «Esto equivale a decir que no hay condicionantes» para la Generalitat, aunque ERC teme que tarde o temprano el Gobierno «tenga la tentación de vincularlo todo, de modo que cualquier pretexto pueda ser utilizado para intentar diluir la voluntad de Cataluña, expresada ya en las urnas y en la calle», añadió.

La reunión Rajoy-Mas es interpretada por el Ejecutivo central como el desenlace lógico de las «reflexiones sensatas» que se han sucedido últimamente en Cataluña. El Gobierno recibió con satisfacción las declaraciones que el pasado 23 realizó la presidenta del Parlament, Núria de Gispert, en las que hizo hincapié en que la prioridad es la crisis económica y no descartó posponer la consulta.

Sobre las pretensiones soberanistas, Rajoy «no renunciará nunca a hacer cumplir la ley, pero eso no debe ser un obstáculo para el diálogo permanente y constructivo», dijeron fuentes del Gobierno. También se destaca que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, oficializara su disposición a flexibilizar los objetivos de déficit. De momento, la líder del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, instó a Mas a aprovechar la nueva etapa y negociar con la Moncloa o seguir con ERC y la independencia.

Para el PSOE, el hecho de que Rajoy y Mas se hayan tenido que reunir «a escondidas» demuestra hasta dónde han llegado «las tensiones entre este Gobierno y el de la Generalitat», cuando este tipo de diálogo debería ser absolutamente normal en pro de conseguir que Cataluña encuentre su acomodo en España. El PSC aplaudió la entrevista y pidió que se celebren muchas más. Este grupo está dispuesto a abordar su entrada en un Ejecutivo con CiU si Artur Mas promete que la consulta soberanista será pactada con el Estado y «legal» y abandona «la excursión descontrolada con ERC hacia la independencia». Ciutadans acusó a Pere Navarro y a Rajoy de «cooperadores necesarios para la secesión», mientras que IC exige a Mas que explique esa «reunión clandestina».

En cambio, el PSOE andaluz prometió estar muy vigilante para que su región «no reciba menos de lo que le corresponde». La Junta, por su parte, no está cerrada a objetivos de déficit diferenciados si no hay agravios, algo que también dice defender el PP. Por último, UPyD avisó a Rajoy de que sus guiños a CiU transmiten la imagen de que «el chantaje secesionista tiene éxito» y ve impresentables los déficits asimétricos.