o me cabe duda de que casi nadie se va a resistir a la seducción física del edificio de la Laboral ni de que también habrá muchos que aprecien el contenido de sus exposiciones, siempre que se atine en la mezcla de hondura y espectacularidad, rigor y diversión, teoría y pedagogía. Pero temo que el resto del proyecto, que es donde están su almendra y su misterio, vaya a costar mucho más hacerlo entender. Confieso que me las he visto y me las he deseado para traducir a lenguaje de calle, o mejor a conceptos de calle, lo que hay tras esa acción colectiva que se nos propone para lanzar una constelación de 50.000 lucecitas en las calles de varias ciudades. Estoy casi convencido de que si la gente se suma va a ser vistoso, divertido, diferente, incluso bello. Pero también de que, hasta que no se vea uno en acción y a las lucecitas en sus soportes, va a ser vano todo esfuerzo por hacer entender nada. Sobre todo si la gente te pregunta si eso le cuesta algo.