Hola, abuela. Que estaba pensando que este país es único. Ahora resulta que todas las madres de este país tendrían que haber sido multadas por darle unos cuantos pescozones a los rebecos que tenían en casa.

Incluso tu hija, Carmina, podría haber sido demandada por tu nieta, Mariluz, cuando le tiró la sartén al patio por estar toda la mañana ocupándole la cocina haciendo frixuelos. Hoy en día la acusarían de maltrato psicológico.

En principio, como hijo y como padre, soy incapaz de entender cómo pueden existir ese tipo de vástago capaz de maltratar a su propia madre y esa madre capaz de martirizar física o psíquicamente a lo que ha llevado dentro durante nueve meses y que es carne de su carne.

Pero de ahí a una bofetada a tiempo hay un trecho.

No es justo, bajo ningún concepto, que un juez permita irse de rositas a cualquier gamberro tras ser denunciado, y con pruebas médicas, de agredir violentamente a un crío para robarle la cazadora o lo que lleve encima, mientras que a unos padres se los multa por cortar de raíz la mala educación de su hijo con una bofetada, insinuando que tienen que ser psicólogos y aguantar carros y carretas de un chaval que, día a día, se vuelve más violento y terminará convertido en un auténtico miserable.

Hay otras leyes que se podrían agilizar, y es el quitarle la patria potestad a esos padres que maltratan a sus hijos y minimizar los trámites para que puedan ser adoptados por una buena familia, pero no dar argumentos a un niño para que de consentido pase a ser un delincuente juvenil.

No nos queda más remedio que sonreír ante tanta complicación, pero, como se suele decir, «quien hizo la ley propició la trampa», y ya conozco a una vecina que se ha puesto de acuerdo con la de enfrente y, cuando su hijo se pone borde, abre la ventana y, voz en grito, dice: «Conchi, ven como un tiru y dai unos zapatillazos a esti sinvergüenza».

De esta forma, si es capaz de denunciar a su madre por darle una bofetada merecida, a ver si es capaz de denunciar a la vecina.

Daniel Rodríguez, Radio Gijón COPE.