La Cámara solicita perfeccionar la señalización vial y apoyo para mejorar las instalaciones feriales. Nada se puntualiza acerca de problemas y dudas surgidas al término de la pasada edición y su posible superación. Recordemos: se hablaba entonces de la crisis de identidad de la Feria de Muestras de Asturias y examinaban y criticaban los resultados económicos. El presidente de la Cámara, señor Arias de Velasco, achacaba la bajada de ventas -principal queja de los empresarios presentes en la Feria- a «la recesión económica». El director de la misma, señor Muñiz, apuntaba que «la Feria es algo más que un mercado». Ediles ovetenses la tachaban de «modelo obsoleto». Si las críticas tuvieran como finalidad aclarar su futuro desde una mirada constructiva, la cosa tendría poca importancia, porque todos pondrían su contribución con las mejores iniciativas. Mas no olvidemos que existe gente que extremará lo desfavorable, como también que hay quien se halla conforme con lo actual. Pero ni tópicos son ideas, ni la política del avestruz implica movimiento.

¿Cuál es la finalidad de una feria de esta naturaleza? Para mí, una feria de muestras es un mercado extraordinario, expositor de bienes de todo tipo, para servir de escaparate ante la posible clientela. Ésta es su primera y más característica obligación. Si, además, vende, mucho mejor, pero ésta no debiera ser la clave para verificar al día de cierre si la Feria ha resultado o no exitosa. El expositor, pues, debe acudir pensando que la misma puede no resultarle rentable en ventas, pero sí en número de potenciales clientes interesados por el género. Setecientas mil visitas representan muchas personas para calibrar la mercancía que luego comparan con otras y más tarde -puede ser fuera del recinto ferial- determinarse a adquirirla.

Si la controversia continúa y no aparecen actuaciones y apoyos, me temo que no será posible prever lo que ocurrirá en próximas celebraciones. Suponiendo que exista una parte de verdad en el razonamiento de quienes consideran mejorable la situación y que la Feria se halla ante su primera crisis, hay obligación de contribuir a una renovación a partir de lo que somos y lo que tenemos. La Feria, por sí misma -lo cual es meritorio-, ha sido capaz de crear las bases favorables para su desarrollo futuro. La Cámara debe demostrar su capacidad de iniciativa asumiendo su compromiso en el proceso de reforma y volcarse en función de los proyectos recogidos; si los cambios son indispensables, deben hacerse inevitables. Agosto está a la vuelta de la esquina. Mucho nos extraña, pues, esa posición presuntamente pasiva y de silencio. En todo caso, convendría realizar una visión a través del tiempo para señalar como la Feria, desde sus orígenes, pensada y conducida por hombres magníficos que creyeron en ella, no como algo transitorio, sino como el comienzo de una edificación en perpetuo avance y transformación, ha ido venciendo dificultades, lo que arrojaría no poca luz sobre la ingente tarea llevada a cabo, año tras año, hasta la última edición, en que comienzan a surgir voces discrepantes. Pero nadie podrá negar la considerable cantidad de logros habidos que el tiempo se encargará de alabar, obras grandes y admirables, que no se oscurecerán ni perderán en la sombra. Que no pase -se olvide- todo lo conseguido, salvando la memoria de su quehacer, para siempre y en su totalidad. Parece que la actual coyuntura despierta una general y expectante inquietud, pero lo memorable, lo importante, habrá de persistir y ésa es misión de la Cámara y, en su caso, mejorarlo. Ello conllevará nuevas responsabilidades, pero también logros, para hacer una Feria de Asturias sin fisuras, duradera y trascendente. En esto confiamos.

Edmundo Pérez Pérez, ex profesor de Enseñanzas Medias, es auditor.