C. JIMÉNEZ

Apagar el televisor, salir a la calle, relacionarnos con personas reales y cuidar el entorno pueden ser operaciones imprescindibles para vivir mejor. Éstas y otras reflexiones fueron las que trasladó el psicólogo y sociólogo Fernando Cembranos en la inauguración del ciclo de conferencias orientadas a mayores que la Fundación la Caixa inauguró ayer en Gijón.

-¿Qué estrategias propone para vivir mejor?

-Más que estrategias son reflexiones y las agrupo en cinco pistas. La principal es el progresivo desplazamiento de nuestras preocupaciones desde la ventana hacia la pantalla, hasta tal punto que nos interesa más lo que les pasa a personajes virtuales que lo que está ocurriendo en la calle. Estamos enganchados a la televisión y eso tiene una consecuencia muy directa en el desbaratamiento de la estructura de la red de relaciones personales. Frente a lo que ocurría hace medio millón de años, ahora tenemos una sociedad que calla delante de las pantallas.

-¿Cómo se puede paliar esa dependencia de las pantallas?

-Hay que hacer cosas, relacionarse, tener proyectos, estar en el territorio, comunicarse y moverse. Pero lo primero de todo es apagar la tele y proponernos que podemos vivir sin ella. La vida no es peor sin televisión. Te aburres siete minutos, pero en este tiempo te has puesto a pensar qué puedes hacer para salir de esta situación. El televisor provoca una fuerte caída de la autoestima porque te quita la sensación de ser útil. Esta situación es extensible a los videojuegos, aunque en este caso se ofrece una determinada acción pero de consecuencias irrelevantes.

-Sin embargo, para algunos el gran hito de este siglo son las pantallas y las nuevas tecnologías que acercan a internet.

-Para mí no. Resulta sorprendente la vida de un niño que se despierta por la mañana con unos padres muy ocupados que lo sientan delante de la tele con Disney Channel antes de salir a la calle, donde lo atan en un coche y le ponen un dvd para que no mire lo que está pasando en la calle. Después va a una escuela infantil donde dispone de un ciberespacio para distinguir los colores y, de vuelta a casa, más tele. En vacaciones lo llevarán a un centro de interpretación para ver en una pantalla una recreación virtual del bosque que ya no existe. Y eso no puede ser así.

-¿Por qué engancha la tele?

-Es una de las pocas actividades que no requieren apenas esfuerzo para ponerla en marcha y ofrece entretenimiento puro y duro en un instante. En definitiva, ofrece estímulos al sistema nervioso.

-¿Qué consecuencias tiene esa dependencia?

-La principal es la soledad y la caída de la autoestima. También favorece la depresión porque aunque en un principio amortigua la sensación de soledad, luego la vuelve a poner en evidencia y se produce un mayor sentimiento de tristeza. Para atajarlo hay que salir con gente, invitar a los amigos a casa, organizar tertulias, encuentros, desarrollar proyectos... porque casi todo lo que nos importa en la vida, que son los afectos, se encuentran en la red de relaciones sociales de la persona. La otra clave para vivir mejor es frenar: tenemos que parar de crecer ya.

-¿Por qué?

-Casi todas las cosas gordas de la vida están mal: agua, suelo, aire, información genética, salud, ecosistemas... y todo esto porque crecemos mucho. Movemos mucho material, usamos mucha energía y gastamos muchos recursos. Estamos cargándonos nuestro medio de vida por eso para vivir hay que frenar este crecimiento desmesurado del planeta. Por primera vez en tres siglos vamos a tener que aprender a vivir con menos energía.

-¿Qué medidas propone?

-Ahora toca hacer las cosas como las hacían nuestros mayores. Su modo de vida era mucho más eficiente. La cultura de nuestros mayores no es algo para tirar sino para recuperar. Ellos pueden ser nuestros profesores de supervivencia.

-¿Visualizar a los mayores servirá para atajar los males de la sociedad moderna?

-El mercado es muy salvaje y los arrincona, pero siguen teniendo un montón de conocimiento. De hecho, son imprescindibles en la crianza de la nuevas generaciones; por este motivo creo que debemos recuperar su sabiduría. Se debe trabajar con ellos la comunicación, estimularles a que se comuniquen con otras personas y que lo hagan con pensamientos positivos. Hay que enseñarlos a pensar más adecuadamente.

-A veces los pensamientos negativos marcan la última etapa del ciclo de vida de la persona. ¿Cómo se les puede ayudar?

-La forma en que movemos nuestros pensamientos nos puede ayudar a vivir mejor o peor. La depresión se alimenta de pensamientos muy negros e incorrectos. La única manera de desplazar esos pensamientos es la inteligencia. Hay que trabajar la mente para buscar la felicidad y no resignarse a lo negativo. Hay que enseñar a la gente a aprender también de las dificultades.