J. L. ARGÜELLES

J. L. A.

El barrio fundacional de la ciudad tiene futuro, además de historia. Los concejales de Urbanismo y Cultura, Pedro Sanjurjo y Justo Vilabrille, respectivamente, explicaron ayer las líneas maestras de una reordenación de Cimadevilla que incluye, entre otras propuestas, una nueva calle abierta al tráfico, un aparcamiento subterráneo y un acceso al cerro de Santa Catalina mucho más directo que los actuales.

Es una transformación urbanística que completa los proyectos para hacer del edificio que ocupó la Fábrica de Tabacos, es decir, el viejo convento de las agustinas recoletas, un museo que tendrá como eje temático el desarrollo social y económico de Gijón. «Será un espacio central, el corazón de la memoria de la ciudad», aseguró Sanjurjo.

La Comisión de Urbanismo analizó ayer esta alternativa urbanística, pero será la Junta de Gobierno que preside Paz Fernández Felgueroso la que apruebe el próximo martes la convocatoria del período de información pública para recibir, durante un mes, sugerencias al proyecto. Es un trámite al que obliga la ley. La modificación del plan especial de reforma interior (PERI) de Cimadevilla afecta al documento del planeamiento urbanístico (PGOU) de la ciudad.

El preceptivo procedimiento incluye, además del plazo de alegaciones al proyecto de reordenación de Cimadevilla, que se redactará tras el período de sugerencias, sendos informes por parte de la Comisión de Urbanismo y Ordenación del Territorio de Asturias (CUOTA) y de la Comisión de Patrimonio del Principado. Sanjurjo no quiso fijar ayer el plazo en el que puede estar resuelto el proceso legal, aunque resaltó que esta tramitación no va a afectar a la elaboración del plan de usos para la Fábrica de Tabacos.

El gobierno de Felgueroso ha encargado al arquitecto Juan Morillón la modificación del PERI de Cimadevilla. Sanjurjo indicó que lo primero es delimitar el ámbito de influencia del edificio de Tabacalera, construido en 1760 con un evidente destino religioso y desamortizado en 1842, a raíz de las leyes de Mendizábal, para convertirse en una instalación industrial. «Hay que restablecer la identidad histórica del convento», precisó el responsable de Urbanismo. El también portavoz socialista recordó que el autor del PERI del barrio alto, Francisco Pol, dejó muy clara «la conveniencia de dar un tratamiento respetuoso y libre de adherencias» al vetusto edificio de las agustinas recoletas. Esa posición, que no ha sido cuestionada hasta la fecha, implica la recuperación de la planta original, en cruz, y la demolición de construcciones anejas a la del primitivo inmueble, como la llamada «casa del director», indicó el concejal.

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La modificación del plan especial de reforma interior (PERI) de Cimadevilla permitirá trazar una nueva trama urbana mucho más diáfana entre la plaza Mayor y el cerro de Santa Catalina, dos de los espacios más emblemáticos de la ciudad. El concejal de Urbanismo, Pedro Sanjurjo, afirmó que la propuesta para la zona no prevé, en un principio, la expropiación de ninguna de las viviendas del barrio, aunque sí será necesario utilizar esa vía o la del acuerdo con los propietarios para algunos de los solares contiguos al edificio de la antigua Fábrica de Tabacos.

Con esta operación, que rebajará la densidad de esa zona, se podrá abrir un nuevo pasillo de acceso hasta el Cerro con la demolición de los muros traseros de Tabacalera. «Desaparece esa muralla de cierre y podemos habilitar corredores peatonales», señaló Sanjurjo, que encadenó: «Todo eso va a permitir generar una transición en el barrio». El proyecto plantea la conexión, además, de las calles Honesto Batalón y Maximino Fernández para hacer una arteria rodada que, a juicio del responsable de Urbanismo, dará «fluidez y seguridad» a la limitada circulación de Cimadevilla y al problema que puede plantear una situación de emergencia.