Hace años vi una foto de Javier Bauluz, era una esas instantáneas que no se olvidan fácilmente. En ella un inmigrante yacía muerto en una playa mientras una pareja tomaba el sol a escasos metros de su cuerpo sin vida, como si nada ocurriese, como si no les incumbiese tener la muerte tan cerca y la sombrilla sobre sus cabezas les protegiese de cualquier pensamiento que no fuesen los generados por la brisa marina. Imágenes que aún con el paso de los años quedan grabadas en la retina por su crueldad, por la insensibilidad que reflejan y por que básicamente son el exponente y el resultado de un drama humano que dista pocos kilómetros de muchas de las costas españolas.

Años más tarde de esa imagen y pensando que cada vez menos cosas te sorprenden, algo vuelve a impactar, y vuelve a entrar por nuestros ojos otro conjunto de imágenes, esta vez en formato de vídeo y proveniente de una cámara de seguridad de un centro hospitalario. En el vídeo se resumían diez horas de espera para llegar al mismo desenlace que el inmigrante de la foto: la muerte. Muerte acompañada también de pasividad, desidia e indiferencia, sólo rota a la enésima hora para comprobar que la persona que se encontraba tirada en el frío suelo había muerto. Este fue el triste final de Esmin Green, una mujer neoyorquina de 49 años que murió en una sala de espera de un hospital de Brooklyn, desatendida y abandonada pese a la cercanía de otras personas, de un guardia de seguridad, de médicos y enfermeras, sin recibir ayuda por parte de ninguna de ellas. Este vídeo convertido en noticia es un fiel reflejo de un mundo cada vez más individualista y de un sistema sanitario como el estadounidense, precario y a todas luces elitista, que deja sin cobertura medica a más 50 millones de personas, con nefastas estadísticas, y plagado de médicos que prescriben tratamientos cuanto más caros mejor sólo para aumentar su margen de beneficio.

Situaciones como la mencionada y sistemas sanitarios como el estadounidense nos deben de hacer reflexionar sobre las sociedades que muchos países se empeñan en crear. Sociedades polarizadas, clasistas, y basadas sólo en el dinero. Lo que cabe esperar es que el próximo mes de noviembre el cambio que promulga Obama sea una realidad y el sistema de salud americano sea público, universal y de calidad. Pero acompañando esas reflexiones también debemos de poner en valor uno de los pilares del Estado del bienestar español: la sanidad pública y universal, donde la prestación de servicios y la protección social esta garantizada por el Estado.

¿Se imaginan que en España a alguien le diese por cargarse el Estado del bienestar? ¿Y para encima quisiese implantar un sistema como el estadounidense, donde la sanidad está en manos de aseguradoras, que además tratan de sacarse de encima a los enfermos crónicos, es decir, a los que más les cuestan, y que deja las decisiones médicas en manos de aquellos menos informados, véase los pacientes, los cuales se ven abocados a tomar decisiones de vida o muerte en base a meros criterios económicos? Tras lo dicho y para no asustarse no miren a la Comunidad de Madrid, que parece que si la Presidenta de dicha comunidad pudiese, implantaba el modelo estadounidense ipso facto, o por lo menos ése es el camino parece estar siguiendo.