M. S.

«Le dejé solo un momento». Un momento por el que Ricardo F. C. ha tenido que responder ante la Policía y ante el Juzgado de instrucción número 4. Este gijonés de 24 años se enfrenta a una acusación de abandono de menores por dejar a un niño de 2 años, hijo de su actual pareja, durmiendo de madrugada en el interior de una furgoneta. Ayer explicó al juez que había salido del vehículo únicamente para hacer una gestión.

Los hechos se produjeron en la madrugada del sábado para el domingo. A las 3.09 horas, concretamente, la Policía Local recibía una llamada telefónica desde el barrio de El Cerillero advirtiendo de que había un niño «tembloroso» dentro de una furgoneta estacionada en la esquina de la calle Felipe II con la avenida de la Argentina. Los agentes consiguieron sacar al pequeño con la ayuda de una barra de uñas. Aunque lloraba y se le veía muy nervioso, su estado de salud era bueno.

Según el atestado policial, Ricardo F. C. apareció unos 40 minutos después, ya cerca de las cuatro de la madrugada. Los agentes aseguran haberle llamado previamente al móvil, sin que pudieran mantener una conversación coherente con él porque respondía con monosílabos y palabras ininteligibles. El joven insiste, sin embargo, en que la Policía marcó un número de teléfono equivocado.

La cuestión es que Ricardo F. C., que se presentó como padre del menor -aunque legalmente no lo es-, fue detenido de inmediato por un supuesto delito de abandono. Ayer pasaba a disposición judicial, asistido de oficio por la letrada Blanca Cienfuegos. En su declaración ante el juez, Ricardo F. C. alegó que había dejado al niño solo para acercarse «un momento» a un bar de la zona, donde le esperaba un conocido. El joven subrayó, además, que no tenía la sensación de haberse ausentado tanto tiempo.

El magistrado que instruye su caso le ha puesto en libertad con cargos. A las puertas de los juzgados de Poniente le esperaba V. A. D., la madre del pequeño. «El niño siempre estuvo bien atendido», señaló esta brasileña de 31 años cuando se le tomó declaración en Comisaría. ¿Dónde estaba ella la madrugada del domingo? Ricardo F. C. contó a la Policía que se había ido a trabajar para luego salir con unas amigas. El testimonio de V. A. D. así lo confirma. «Ella dice que si dejó al niño es porque no quedaba con cualquiera, sino con la persona con la que ella está conviviendo», aportan fuentes relacionadas con este caso.

Ayer se mostraba muy preocupada ante la posibilidad de perder la tutela del niño. El pequeño fue trasladado al Hogar Materno Infantil de Oviedo en la madrugada del pasado domingo y allí permanece todavía. El Gobierno del Principado se hará cargo del menor hasta que se esclarezca si su entorno familiar es el más adecuado. Los responsables de Servicios Sociales, como suele ser habitual en situaciones como ésta, están ahora elaborando un informe para determinar en qué circunstancias se criaba el niño.

Su madre, procedente de Brasil, es peluquera de profesión, aunque actualmente no tiene empleo fijo. Por su parte, Ricardo F. C., que está ligado al barrio de Pescadores -donde se le conoce con el nombre de Richard-, se gana la vida como fontanero. La furgoneta en la que se desplazó a El Cerillero y en la que la Policía encontró llorando al hijo de su pareja es, precisamente, su vehículo de trabajo.

Aunque el suceso dejó «atónitos» a los vecinos de la calle de Felipe II, la pareja insiste en que «nunca hubo problemas con el niño», según apuntaba ayer la abogada que defiende a Ricardo F. C. de la acusación de abandono de menores. Él y V. A. D. -los dos menudos y con un atuendo que no los diferenciaría de cualquier otro joven de su edad- mantuvieron un breve encuentro con la letrada a la salida de los Juzgados de Poniente. Estaban inquietos, principalmente por el hecho de no haber podido ver al niño. Ninguno quiso hacer manifestaciones públicas, temerosos de las consecuencias que pudiera tener su aparición en prensa con vistas a los tribunales y a los responsables de Servicios Sociales.

Mientras Ricardo F. C. y V. A. D. iban digiriendo lo que se les viene encima, en el entorno de la calle de Felipe II, en El Cerillero, no se hablaba de otra cosa. «Madre mía, con lo frío que estaba el sábado por la noche», se lamentaba un vecino, poniéndose en la piel del niño rescatado del interior de la furgoneta.