Profesor de Literatura, acaba de preparar una antología de la poesía de Basilio Fernández

J. L. ARGÜELLES

La editorial Llibros del Pexe publicó en 1991 «Poemas 1927-1987», un sorprendente volumen con el que Basilio Fernández (1909) lograba un año más tarde, a título póstumo, el Premio Nacional de Poesía. El responsable de aquella edición, que reveló por primera vez al público la existencia de un autor secreto de gran calidad, fue Emiliano Fernández Prado. Sobrino del poeta fallecido, profesor de Literatura en el Instituto Calderón, ex director general de Cultura del Principado bajo la Presidencia de Pedro de Silva, ex diputado socialista en la Junta General, ha preparado ahora una antología, con el sello de Trea, que permite un nuevo acercamiento a un escritor que la crítica sitúa en la mejor estela de la Generación del 27. La publicación de este trabajo, que se presenta hoy en el Antiguo Instituto (19.30 horas), coincide con el centenario del nacimiento de Basilio Fernández, poeta nacido en tierras leonesas pero ligado durante casi toda su vida a Gijón.

-Conocemos muy poco de la biografía de Basilio Fernández. ¿Quién era?

-Es cierto que es necesario un trabajo biográfico más exhaustivo y que hay lectores que esperan respuestas que encasillen al personaje: ¿era de izquierdas o derechas?, ¿por qué no se casó? Podemos dar más información, pero muchas preguntas seguirán sin respuesta porque se entregaba con una sinceridad condicionada.

-¿Cultivaba la discreción como norma de vida?

-Sí, y pensaba que así debía hacerlo. Él siempre fue así. Es cierto que hay una primera época en la que tiene cierta participación en el mundillo literario a través de Gerardo Diego, pero esa actitud de lejanía está en él desde muy joven.

-¿Y esa actitud es resultado de una timidez invencible o de un convencimiento intelectual?

-Hay varias cosas, y decir cuál de ellas tiene más peso es difícil. Es una persona tímida, pero con matices, porque él, por ejemplo, no era poco sociable y tenía habilidades para relacionarse con los demás.

-¿Celoso de su intimidad?

-Sí, una persona que no quiere que los demás penetren en su vida interior porque, quizá, se siente un poco indefenso. No es incorrecto pensar que era un tímido, pero con habilidades. Regentó un negocio y durante un tiempo fue agente comercial, profesión que consiste en relacionarse con los demás. Hay también otra cuestión: el magisterio de Gerardo Diego y una manera de entender la poesía manteniendo cierta pureza en la creación literaria. Yo creo que él tenía interiorizado que era mejor vivir de otra cosa y sin tener que halagar a nadie para hacer carrera literaria.

-Pero esa actitud ha sido negativa para el conocimiento de su obra.

-Estoy convencido de que escribió una obra literaria importante. Ahora bien, también me parece que el escritor que no muestra su obra no llega hasta la fase última del trabajo literario. Su obra tendría más entidad si la hubiera dado a conocer, pero entonces no habría sido Basilio Fernández. Hay otra cuestión: de su mejor período, el de madurez, es del que tenemos menos poemas.

-Pero no siempre mantuvo esa reserva, porque publicó algún poema en «Carmen», la revista de Gerardo Diego.

-Pero empujado, posiblemente, por Gerardo Diego, que es quien conservó, además, algunos de sus poemas juveniles.

-Hay cierto paralelismo entre él y otro gran poeta gijonés, Álvarez Piñer, pero creo que su silencio editorial tiene orígenes distintos, políticos en el segundo caso.

-Yo también lo creo. Basilio acaba la guerra como alférez provisional del bando vencedor. Fueron muy amigos, pero esa amistad se enfrió en los años treinta, y parece que la causa fue, precisamente, el alejamiento de Basilio del mundo literario.

-¿En qué medida la Guerra Civil contribuyó a separar aún más a Basilio Fernández del mundo literario?

-A veces he leído cómo relacionaban a mi tío con el llamado «exilio interior», y creo que no tiene ningún sentido. No es una persona implicada políticamente, y hasta es difícil saber qué pensaba sobre el franquismo y sobre los bandos de la Guerra Civil.

-Tengo la impresión de que evolucionó hacia cierto liberalismo.

-Era de derechas, de mentalidad liberal, fascinado por la cultura inglesa... Ese puede ser su mundo ideológico. Él se sintió atraído por la gente que escribía en «Destino» y tuvo simpatía por Ridruejo.

-¿Conservó la relación con Gerardo Diego?

-Sí, se veían cuando Diego venía periódicamente a Gijón.

-¿En qué medida Basilio Fernández es fruto del magisterio de Gerardo Diego?

-Hace una poesía muy diferente una vez que deja atrás la etapa creacionista, pero si reflexionamos vemos que hay una serie de pilares que proceden de Gerardo Diego: la relación con la tradición literaria y la manera de leer a los clásicos.

-También conservó la relación con Torrente Ballester.

-Fue una relación interrumpida y reanudada después, a raíz de un texto que Torrente escribió en «Los cuadernos de la romana».

-¿En su familia sabían que escribía?

-Lo llevaba con una gran discreción, y eso que algunos de sus familiares nos dedicamos a la literatura. Sabíamos que había publicado en «Carmen», pero nunca hablaba de ello o salía con evasivas. Tras su fallecimiento, abrimos los cajones y encontramos hojas y hojas con poemas. La sorpresa fue ver la consistencia y calidad de los textos. Aquello me causó una impresión tremenda.

-¿Podemos considerar a Basilio Fernández como un poeta de la Generación del 27?

-El concepto de generación es útil, aunque luego no responda cuando se analiza autor por autor. Basilio pertenecería a una última promoción del 27, aunque por edad podría estar en la primera generación tras la Guerra Civil. Lo que no cabe duda es que su formación es la misma que la de la Generación del 27.

-¿Cómo definiría la poesía de Basilio Fernández?

-Es un escritor serio, de gran capacidad técnica, que ensaya caminos nuevos.

-¿Él siguió leyendo poesía?

-Siguió leyendo, pero la poesía nueva le interesó sólo hasta cierta época, digamos que hasta los años cincuenta.

-¿Por qué una antología ahora? ¿No sería mejor preparar una edición crítica de su obra completa?

-Cuando se editó el libro de 1991 se trataba de dar a conocer a un escritor. Esta antología tiene sentido para hacer accesible esa obra a un lector medio. He empezado a trabajar en una edición completa.

-¿Hay textos que no conocemos aún?

-Sí, poemas y prosas, pero no cambiarán sustancialmente la imagen que ya tenemos hecha.