El otro día, en este diario, leía algo que me llamó poderosamente la atención: Canella, jugador internacional del Sporting, condenaba la conducta de los ultras que participaron en la batalla campal de La Arena. Cualquiera puede pensar que condenar algo así sería lo normal, pero no en el mundo del fútbol.

El domingo pasado los ultras del Sporting, los Ultra Boys, se enzarzaron en una brutal pelea con sus «colegas» del Sevilla en pleno barrio de La Arena, poniendo en serio peligro a los ciudadanos que viven o pasaban por allí, provocando serios destrozos a su alrededor y causando varios heridos. Durante más de 15 minutos se enfrentaron con barras de hierro, bates de béisbol, bengalas, tornillos... en pleno centro de la ciudad. La Policía llegó a los 15 minutos, detuvo a un par de ellos y la mayoría pudo ver tranquilamente el partido.

¿Consecuencias? Mirar para otro lado y procurar quitarle importancia. El Sporting lo critica con la boca pequeña, los jugadores no dicen ni pío, una buena parte de los periodistas deportivos hablan de ello como si fuese una intranscendente pelea de patio de colegio... Por eso es tan admirable la clara condena de Canella, porque estos energúmenos no tienen nada que ver ni con el fútbol ni con el deporte. Para lo único que sirven es para ensuciar la imagen de Gijón y de la afición del Sporting, una afición excepcional como se ha demostrado sobradamente. Una afición que siempre apoyó incondicionalmente al equipo a pesar de los años en Segunda División, a pesar de las desastrosas gestiones deportivas y económicas, así que esta afición no merece que se la identifique con los doscientos ultra boys, con su violencia y su racismo.

Sería conveniente que en el próximo partido se leyese en El Molinón un comunicado rotundo de condena a esta gentuza y sus métodos de actuación, que hubiese un acto de clara repulsa hacia la violencia en el fútbol. Además espero que tanto el Sporting como otros clubes dejen de apoyar y proteger a estos sujetos, tal y como han venido haciendo hasta ahora. También es necesario oír el rechazo contundente de las instituciones y sus representantes, tal y como hizo el Ayuntamiento de Gijón por boca de su Alcaldesa. Rechazo que sería igualmente necesario ver en los medios de comunicación, como están haciendo LA NUEVA ESPAÑA y algún otro, dejando de tratar estos asuntos como algo menor y casi anecdótico.

En cuanto a la Policía, sólo cabe esperar que hagan su trabajo y tengan tolerancia cero con este tipo de situaciones, que lo que pasó en La Arena nunca debió haber pasado. Como no deben pasar las habituales broncas que van montando a su paso los Ultra Boys.