Irene Gorostidi Álvarez

Colegio La Inmaculada, 13 años.

Había una vez una niña llamada Alejandra que vivía en África. Alejandra tenía ocho años y tenía mucha imaginación pero en el colegio era muy tímida y pasaba todas las clases pensando, sin atender en las clases.

No tenía amigos y se pasaba todo los recreos haciendo dibujos de cosas imaginarias. Era muy pobre ya que en África había muchas crisis. También detestaba el sol porque en África nunca llovía y siempre hacía calor y sol.

Un día, por suerte, llovió, pero una lluvia muy fina y al poco tiempo paró de llover. Alejandra quiso salir a disfrutar de la lluvia pero paró de llover y no tuvo tiempo. Volvió a mirar sus deberes y siguió haciendo el trabajo que tenía que hacer. Tiempo después oyó una vocecita, una voz que la llamaba. Alejandra miró por todas partes para ver quién le llamaba. Entonces, vio una pequeña gota de lluvia en su ventana, se acercó a ella y vio que la saludaba. Entonces, la gota le habló y le dijo:

-¡Por favor, sácame de aquí!

-Alejandra hizo caso, abrió la ventana, y la cogió con el dedo, con delicadeza. La metió en su habitación y le dijo

-¿Cómo puedes hablar?

-La pequeña gota de lluvia no le respondió pero le preguntó cómo se llamaba y la gotita le respondió diciendo que no tenía nombre mi Padre ni Madre, porque se había evaporado un día de mucho calor. Entonces, la gota le pidió si podía quedarse en su habitación, porque afuera hacía mucho calor.

Así, la gota y la niña se hicieron amigas y tenían muchas cosas en común.

Alejandra era huérfana porque sus Padres habían muerto y ahora vivía en casa de sus tíos y de su primo. Y también odiaba mucho el sol porque lo que predominaba en África era el calor. La gota también no le gustaba el sol porque era su enemigo, y encima, en ese país el sol era el que ganaba por que había más sol que lluvia.

Alejandra se hizo amiga íntima de la gotita y la llamo Nina.

Pero un día, hizo mucho calor, y al llegar del colegio vio que la gota se estaba haciendo más pequeña hasta que desapareció y a partir de ahí Alejandra odió mucho más al sol, porque fue él quien acabó con su amiga.

Fin

Esta historia ocurrió hace muchos años, y Alejandra, tiempo después, se convirtió en escritora para escribir sus aventuras. Una de ellas es esta, que se conservó hasta ahora, y que en sus años fue muy conocida, y fue la favorita de la escritora.