Disfrazarse por Carnaval es vieja tradición y también quitarse la careta una vez finalizada la fiesta. Haití en ruinas y empezando a ser abandonada y la misión asturiana en Benín a punto de desaparecer me hacen pensar en la necesidad de un cambio de mentalidad, que eso significa penitencia. Conviértete y cree en el Evangelio, me dijo un cura el miércoles al imponerme la ceniza, y yo se lo dije a muchas personas en esa celebración litúrgica. Podíamos haber añadido en bable: «¡que falta nos fai!».

Desde Haití

Mi compañero sacerdote Ángel, el presidente de Mensajeros de la Paz, me llamó el miércoles desde Haití para pedirme que diera las gracias a los vecinos de La Calzada, que animados por los coros del barrio se solidarizaron generosamente en ayuda a aquel país. Lo hago y feliz.

A la vez, aquel que en los medios llaman el P. Ángel, me mostraba su preocupación porque constata que la presencia multitudinaria de grupos de ayuda, que llegaron allí, en el primer momento tras la catástrofe, decrece diariamente y le da miedo que en poco tiempo Haití se quede peor que lo que estaba antes. El FMI (Fondo Monetario Internacional), el Banco Mundial y demás familia son expertos en disfrazarse de generosos y me temo lo peor.

Desde África

Desde nuestra misión asturiana en Bemberequé -Benín- me llegan noticias de Alejandro, el último cura que con etiqueta de esta diócesis ejerce su ministerio allí. Tras la Pascua, nuestro hermano sacerdote dejará África definitivamente porque está bastante enfermo (dolores musculares, fiebres y depresión), se ha quedado solo en la misión, sin compañeros de aquí y de allí, y eso destruye a cualquiera. Si dejamos definitivamente la misión africana, evangélicamente hablando nos empobreceremos, pero estamos en tiempos de resurgir de canonistas y nostálgicos de la vieja cristiandad. No puedo entender que siga habiendo cabildos y curias mientras desaparece nuestra misión diocesana. En esa misión enfermó hace unos años mi compañero José Manuel y le oigo decir con tristeza que no se puede dejar aquella misión, donde el Evangelio llegó hace menos de un siglo y donde los misioneros han estado ayudando a vivir.

Desde aquí

En la capital del Principado se celebra este fin de semana el Carnaval y con presencia especial del festejo en la plaza catedralicia. En la Vetusta, que Clarín describiera durmiendo la siesta, llegan tarde; en la liturgia de la Iglesia y hasta en este Gijón del alma ya estamos en Cuaresma. Me imagino que el nuevo arzobispo de Oviedo estará sorprendido de que los muy católicos gobernantes de la vetusta ciudad, amigos entrañables de obispos, canónigos y clérigos con ansias de medrar, acoten la plaza catedralicia para eventos mundanos y un tanto bordes, fuera de plazo. Lo de la «peineta» de Aznar me imagino que no estaría en el programa.