C. J.

«La sociedad nos pide menos conocimiento científico y otras cualidades adicionales a las que pueda tener un ingeniero». Ramón Rubio, subdirector de la Escuela de Ingeniería Técnica Industrial de Gijón, reconoce que las empresas exigen a sus titulados otras habilidades más allá de los conocimientos técnicos adquiridos durante la carrera. Por este motivo en el proyecto piloto de adaptación al Espacio Europeo de la Educación Superior iniciado hace dos años han incorporado una serie de actividades comunes encaminadas a que el alumnado se ejercite en comunicación oral, expresión escrita, comprensión lectora y conocimientos de ofimática, entre otras.

Así, los futuros ingenieros técnicos de la especialidad de Química Industrial han tenido la oportunidad de participar en debates en torno a una lectura propuesta, elaborar un informe sobre una conferencia o participar en un concurso -de nombre «Quimitest» y puntuable para la nota final- en el que ponen a prueba sus conocimientos de Física y Química, explica Argimiro Domínguez.

Los docentes reconocen que la nueva metodología capta mejor la atención del estudiante y la tasa de abandono de los estudios también es más baja. Los beneficios están asegurados, pero reconocen que en la situación actual de crisis la institución académica pondrá en marcha un sistema bastante «descafeinado» de lo que debiera ser Bolonia.