Ángel CABRANES

El desenlace del divorcio no tiene por qué estar en los tribunales. Los cuatro juzgados de familia en Asturias han comenzado un programa piloto impulsado por el Consejo General del Poder Judicial, en el que derivan al tratamiento por mediación, casos que afecten a menores. Las parejas discuten sus desacuerdos en sesiones programadas semanalmente, sin sus abogados y sólo con el asesoramiento de un psicólogo y un abogado independientes. El propósito de esta nueva medida es tratar de «eliminar conflictividad, conseguir que las parejas puedan hablar entre sí y ayudar a que alcancen acuerdos ellos mismos. Porque la decisión final de un magistrado puede ser la más legal, pero no la más justa», como reconoce Ángel Luis Campo, juez del Juzgado de primera instancia número 8 de Gijón.

«Tenemos una cultura de resolver todos los problemas ante un juez, cuando a veces lo mejor es hablar las cosas». Ángel Luis Campo defiende así uno de los últimos proyectos de ley que ayudarían a muchos matrimonios rotos. Por el momento, el segundo caso que atiende en Gijón parece encaminarse a un resultado amistoso, algo que espera se conviertan pronto en éxitos de un proceso «gratuito y menos violento. El primer paso es una sesión informativa en el juzgado de familia, ante el juez, abogados y dos mediadores. Posteriormente, los afectados se reunirán solamente con los dos mediadores, junto a los que irán discutiendo, punto por punto, las causas que les distancian».

En Gijón, las labores de conciliación las desarrollan Mediadores Asociados del Principado de Asturias (MAPA), mientras que en Oviedo es practicada por profesores universitarios vinculados a la asociación europea de mediación GEMME. «En temas de familia, los juicios limitan a las partes. A veces no pueden ni hablar. De esta forma se vuelve más participativo, se pierde el encorsetamiento y el proceso está más vivo, porque se puede modificar. La sentencia no es como una esquela», explica María José García-Vallaure, abogada y miembro de MAPA.

«Nuestra intención es poner sobre la mesa todo aquello que tienen en común, pero en lo que no están de acuerdo: sociedad de gananciales, pensión alimenticia, pensión compensatoria?», describe su compañero Arcadio Río, psicólogo. «La principal norma de trabajo es el respeto. Si consigues que las parejas lo mantengan tienes la mitad del objetivo completado. La ausencia de sinceridad suele brillar en estos procesos, pero hay que dejar claro que no se trata de sacar al otro, sino de repartir», explica Río. «Cuando los implicados toman una decisión conjunta, se refleja en el acta que debe realizarse en cada reunión. Todas acabarán reflejadas en el final convenio regulador, que será revisado por los dos abogados y bajo el cual el juez dictará sentencia», añade García-Vallaure. «Hay quien puede acogerse a este método, decidir durante las primeras sesiones que va finalmente a juicio, o posponer la fecha del litigo. Pero creo que así ganamos todos», concluye Ángel Luis Campo.