C. JIMÉNEZ

La nueva Escuela Politécnica de Gijón (EPI), el macrocentro que reunirá todas las enseñanzas de Ingeniería a partir del próximo curso en el campus gijonés, abre sus puertas de par en par a los jóvenes con altas capacidades. Representan un 2,5% de la población y generalmente se encuentran desmotivados ante la falta de estímulos que les acompañen en su proceso de aprendizaje, por eso en la EPI han querido atender sus necesidades a través de un taller interactivo que les permitirá recorrer los distintos campos de la ingeniería: telecomunicaciones, robótica, informática, electrónica... La actividad se iniciará en octubre y es fruto de un proyecto de colaboración que ahora arranca con la Asociación de Padres de Alumnos con Altas Capacidades (APADAC).

«Estos niños pueden ser un motor de la sociedad porque pueden dinamizarla; su potencial revierte en todos», defiende Paloma de Castro, presidenta de APADAC, quien considera que el problema de la alta capacidad radica en el sistema educativo, «que no está preparado». Conoce muy bien esta situación el profesor de Física de la Universidad de Oviedo Sergio Palacios, quien suma tres años de experiencia trabajando con niños y seis con universitarios en una asignatura de libre configuración que trata de explicar la ciencia de otra manera. «Es creatividad pura», subraya. Palacios enseña física a través del cine y la ciencia-ficción. Afirma que la experiencia con estudiantes con altas capacidades ha sido muy gratificante: «Son gente que continuamente está preguntando, es un bombardeo de ideas y sugerencias. A quien le guste la docencia, es el paraíso».

Eso mismo esperan lograr en la comunidad docente del campus gijonés. El director de la Politécnica, Hilario López, opina que estos talleres de enriquecimiento cognitivo para niños con altas capacidades puede ser muy estimulantes también para el profesorado. En la EPI trabajarán también la figura del mentor, una persona de la Universidad que servirá como orientador y guía para motivar a los niños en el aprendizaje. Para el catedrático de Psicología Evolutiva, Francisco Martín, la realización de estas actividades permitirá superar el actual modelo de aprendizaje de la Universidad: «Un sistema digestivo que consiste en retener, digerir y evacuar toda la información en un examen. Los alumnos no transforman esos datos y de lo que se trata es de que los hagan suyos». Con el ánimo de fomentar ese trabajo analítico del alumnado, Sergio Palacios apuesta por desarrollar actividades para acercar la ciencia a la sociedad. «La gente tiene una incultura científica impresionante», sostiene el profesor de Física, por eso juzga imprescindible iniciar en la infancia este aprendizaje.

«Los niños son tremendamente receptivos a la ciencia-ficción. No es ningún género marginal. Todos los temas científicos están metidos en la ciencia-ficción y es algo muy aprovechable para la educación», añade Palacios. El siguiente paso es desarrollar talleres de orientación vocacional, una idea que el grupo de Francisco Martín quiere aplicar en la etapa preuniversitaria, para analizar con el alumno sus expectativas laborales. Todo, para hallar una buena vocación a los estudiantes con un potencial intelectual alto.