R. VALLE

«No es suelo para chalés». Estas escasas cinco palabras sirvieron ayer a Pedro Sanjurjo, edil de Urbanismo, para definir la filosofía del nuevo Plan General de Ordenación (PGO) sobre los núcleos rurales. El equipo de gobierno ha optado por potenciar los usos tradicionales vinculados al sector primario de la economía en los 154 núcleos rurales del concejo manteniendo las actuales limitaciones a la edificación pero flexibilizando la normativa en lo que respecta a la instalación de equipamientos ganaderos. Ello supone que se autorizará la localización de cuadras de ganado en los núcleos rurales; algo que estaba prohibido en la actualidad y que daba lugar a grandes polémicas entre vecinos y controversias con la Administración local. La futura normativa municipal plantea la posibilidad de instalar cuadras con un máximo de diez cabezas de ganado vacuno. O su equivalente en ganado equino, bovino o aviar siguiendo la normativa ya existente de ámbito autonómico.

El Ayuntamiento opta por ser fiel a la normativa del Principado de Asturias, que define el núcleo rural como «los terrenos que constituyen asentamientos consolidados de población, de carácter rural y tradicional, en función de las circunstancias edificatorias, socioeconómicas y de cualquier otra índole que manifiesten la implicación racional del asentamiento en el medio físico don de se sitúa». A partir de esa definición, los redactores del Plan General de Ordenación entienden que no hay necesidad de ampliar la extensión ni los niveles de aprovechamiento edificatorio de esos suelos que ocupan el 12% del territorio gijonés y donde vive menos del 3 por ciento de la población.

La decisión municipal también tiene que ver con un minucioso informe elaborado en los últimos meses sobre la realidad de los núcleos rurales gijoneses. El estudio establece que en los 154 núcleos rurales hay ahora mismo 3.946 viviendas construidas y capacidad para construir otras 4.326. Ello supone un crecimiento potencial del 109,63%. Más que suficiente, a juicio de Sanjurjo y su equipo, para cubrir las necesidades de la población rural gijonesa. Las fichas técnicas de esos núcleos se incorporarán para su consulta en el PGO.

«Los núcleos rurales no son un alternativa al crecimiento del suelo urbano como a veces se piensa por confusión. No es suelo residencial de baja densidad», volvió a recordar el edil socialista de Urbanismo. El territorio marcado como núcleo rural es sustancialmente el mismo que en el planeamiento que fue anulado por los tribunales por defectos de forma excepto en tres casos puntuales en el Infanzón, Tremañes y La Providencia.

Esa capacidad de crecimiento existe en todos los núcleos de todas las parroquias del concejo, aunque con porcentajes muy distintos. Algunos ejemplos: el paraje de Tornalobos, el barrio de Batiao de la parroquia de L'Abadía de Cenero, tiene ahora mismo ocho viviendas construidas y capacidad para otras 48. Es decir, un crecimiento potencial del 600%. En el paraje de La Cobolla, en el barrio de Arroyo de Serín, el porcentaje de crecimiento disponible es del 400% al tener 7 viviendas y la posibilidad de edificar otras 28. Al otro lado de la lista están L'Aldea de Santurio con una potencialidad del 14,29% que le da tener siete viviendas y la opción de edificar otra más y, ya en el barrio de Les Caseríes de Somió, integrado por los parajes de La Escayosa, Los Raposinos, El Balagón, Casa Pardona y El Cierru, un crecimiento porcentual del 15,38% a partir de la estadística de 13 viviendas cuantificadas y otras dos posibles. Todos estos datos, que ayer se presentaron en la segunda de las cuatro reuniones extraordinarias de la Comisión municipal de Urbanismo sobre el PGO, tiene carácter estimativo.