Eloy MÉNDEZ

«Durante mis últimos años de mandato, Diego del Valle nunca me presentó una sola acta de nuestras reuniones semanales». El ex presidente del Grupo, Ángel Cuesta, acusó ayer al secretario del club desde 2004 de no haber recogido por escrito ninguno de los encuentros de su junta directiva en los que se debatió sobre el proceso de fusión con la sociedad de Mareo. El que fuera máximo mandatario grupista durante ocho años reconoció también durante la vista oral del juicio por el proceso de absorción entre ambas entidades que el Centro vendió parte de su inmueble del paseo de Begoña y construyó nuevas pistas de pádel y tenis «por iniciativa nuestra», para hacer frente a una hipoteca en el período de negociaciones. Por su parte, Del Valle se defendió de las graves inculpaciones alegando que «en las reuniones de la junta, yo tomaba notas y luego hacía las actas en mi despacho, pero no se las daba a firmar al presidente porque en la directiva todos éramos amigos y confiábamos los unos en los otros».

El juzgado número 3 de Primera Instancia acogió ayer las declaraciones de toda la plana mayor grupista de la última década. Faltó el testimonio de Enrique Tamargo, acutual presidente, que finalmente fue considerado inncesario por la defensa del Centro Asturiano, que presentó la demanda para obligar al Grupo a ejecutar la fusión, acordada inicialmente en 2005, refrendada después por las asambleas de ambos clubes, pero finalmente revocada en diciembre por el 84% de los grupistas en una segunda votación. Tanto el antiguo tesorero de la sociedad de Las Mestas, Cristanto Cadenas, como el ex vicepresidente, Tasio del Reguero, apoyaron las duras declaraciones de Cuesta contra Del Valle, que lleva seis años en el cargo. Además, su antecesora, Silvia Espiniella, explicó que ella siempre cumplió con el mandato de elaborar las actas.

Según los estatutos del Grupo, cada reunión de la directiva debe recogerse en un acta firmada por el secretario, el presidente y, al menos, dos vocales. En los documentos aportados por Del Valle para la vista oral sólo aparece su firma. «¿Cómo podemos saber que usted no los ha redactado ayer?», le inquirió el abogado del Centro Asturiano, Alejandro Alvargonzález. De esta forma, el letrado quería demostrar que el Grupo no conserva documentación sobre las reuniones en las que se trató la fusión. También quedó claro que no existe información alguna de los encuentros entre representantes de ambas partes, aunque en este caso no había obligación de poner por escrito las conversaciones. Aún así, varios miembros de la anterior junta grupista reconocieron que asistieron a esas citas y que, incluso, contemplaron in situ la evolución de las obras que se ejecutaban en Mareo bajo su auspicio.

Otro de los puntos calientes de la sesión giró en torno al pacto alcanzado en junio de 2006 por las dos directivas para fijar un tope de socios en el Centro Asturiano. Según explicó el socio centrista, José Manuel González Sariego, «la asamblea del club nunca conoció ni votó ese punto», ya que fue firmado después de que los socios de ambas entidades aprobasen los acuerdos iniciales de la fusión. Un extremo que confirmó también el que fuera abogado del Grupo, Ramón Robles, que reconoció que «en el acuerdo que se llevó a las asambleas no se fijaba ningún máximo de socios por parte del Centro».

Además, todos los pesos pesados de la directiva de Ángel Cuesta remarcaron que la fusión no escondía ningún tipo de pretensión económica, sino que «con ella sólo se intentaba cubrir las importantes necesidades de expansión que tenía el Grupo», con más de treinta mil socios y con instalaciones próximas a la saturación.