A. RUBIERA

«Nos duele mucho esta decisión. Somos funcionarios y hemos hecho lo que debíamos, sin que por ello esperásemos agradecimientos o grandes halagos. Pero hemos puesto mucho de nuestra parte para que este modelo de escuelas infantiles que estaba empezando a extenderse en Asturias fuera un éxito y las familias lo valorasen; lo menos que creíamos era que nos iban a llegar unas cartas de cese a día 13 de julio, así sin más, sin mediar ningún aviso, ni valorar nada».

Isabel Sánchez y Sabino Gómez, directores, respectivamente, de las escuelas infantiles de 0 a 3 años de La Serena y Montevil, ponen en palabras el enfado que sienten por la repentina decisión de la Consejería de Educación del Principado de atajar el gasto público prescindiendo de su labor en la última red educativa creada en Asturias, la que proporciona atención a los bebés y a los niños menores de 3 años. Su enfado es idéntico al que sienten sus compañeras del resto de centros gijoneses: Mercedes Sánchez (responsable de Playinos y Monteana), Marta Avello (Pegoyinos y Tremañes), María del Río (Raitanes), Ana Baizán (Atalía) y Rosa Albina Cantarín (Escolinos y Viesques). De todos piensa prescindir la Consejería, a cambio de contratar a dos coordinadores que se repartan la función directiva de los diez centros citados. «Es una complejidad enorme. Sólo con dos centros a veces ya es muy difícil, como para llevar cinco», sostienen las directoras gijonesas.

De eso sabe bien Rosa Albina Cantarín. Lleva tres años como directora de Escolinos (en Ceares), con 70 niños, y este curso le pidieron el esfuerzo extra de poner en marcha la Escuela de Viesques, que abrió hace unos meses con 78 matrículas, con la perspectiva de que a 1 de septiembre el centro tendría una nueva directora. «Supone mucho trabajo, muchas preocupaciones, no poder atender como quisieras a las familias, y descuidar ese trato personal y esa calidad que todos imprimimos hasta ahora a lo que hacíamos para que las escuelas fueran ejemplares. Son esfuerzos que ni por tiempo ni por dinero están compensados», sostiene Cantarín, con el asentimiento de sus compañeras.

Pero si en lo personal están decepcionados, en lo profesional todos están muy preocupados. Temen que el ataque a las direcciones de los centros sea sólo el principio de una «cuesta abajo» del modelo de Educación Infantil para menores de 3 años que se implantó en el Principado. «El gran éxito de la Administración asturiana, y su gran aportación, fue defender siempre que este modelo era educativo, como así lo recoge la LOE. Ahí se habla del ciclo de 0 a 6 años, y estos centros nuestros son el primer nivel de ese ciclo, aunque no sean niveles obligatorios. ¿Alguien se plantea que las escuelas de Infantil de 3 a 6 años no tengan directores, o los centros de Primaria? Pues esto es lo mismo, con la singularidad y la particularidad de que los nuestros son bebés, con lo que supone de más atención y más seguimiento por parte de las familias. Es necesario que se cuide mucho este modelo educativo de nuestras escuelas», explica Sabino Gómez.

El temor a esa «deriva» de los centros se traduce en que «quizás ahora son nuestras plazas las que están en peligro, pero luego pueden ser las de los servicios complementarios, todo lo que nos asemeja a una escuela y no a otro tipo de centros», explican. Porque sus escuelas tienen la misma organización y configuración que cualquier otro centro educativo: «Tenemos un código como cualquier otro centro de la red pública del Principado, unos consejos escolares, unos equipos directivos, un claustro, un proyecto pedagógico, tenemos que presentar una programación anual... ¿cómo pueden decir ahora desde la Consejería que eso no es así?», se preguntan los directores gijoneses. Su única diferencia, en todo caso, es que sólo sus puestos lo ocupan funcionarios de la Administración del Principado, ya que el resto de compañeros son educadores contratados en base a un convenio entre la Consejería y los ayuntamientos a través de la Federación de Concejos. «Si nos apuran, aún somos más necesarios que en otros centros educativos, ya que aquí nos toca también hacer de intermediarios y de nexo en esa doble relación entre Ayuntamiento y Consejería», sostienen.

Los directores de Gijón reclaman que se abra «un proceso de diálogo, a través del cual se podría llegar a acuerdos. Porque nadie se niega a revisar algunas cuestiones para que todos aportemos en esto de la contención del gasto», declara Sabino Gómez. «En Gijón hubo recortes y no nos negamos a ellos, por ejemplo, en los gastos de funcionamiento de los centros. Eso no repercute en la calidad y arrimamos el hombro porque era necesario. Pero esto no lo vemos nada claro», dicen.