C. JIMÉNEZ

En tiempos de estrecheces económicas a la Universidad de Oviedo le toca bailar con la más fea. A la merma que han sufrido sus cuentas anuales se suma ahora la dificultad para integrar los diferentes agentes que conforman dos sus estrategias más importantes en el medio y largo plazo: los «clusters» (agrupaciones estratégicas) de energía y biomedicina. Ayer el vicerrector de Investigación, Santiago García Granda, a la sazón responsable máximo junto al rector, Vicente Gotor, de ambos proyectos, realizó una llamada a la «unidad» y a la «colaboración leal», tratando de huir de cualquier «localismo o excesivo protagonismo» para lograr ser más competitivos. «En tiempos de crisis es muy importante ser muy eficientes», advirtió García Granda en la apertura de una jornada del Club de la Innovación y la Escuela Politécnica sobre el papel de la ingeniería a la hora de innovar.

Para el equipo rectoral resulta fundamental sacar partido a las «magníficas instalaciones» de los campus asturianos, distantes entre sí menos de 30 minutos. En este punto García Granda destacó la especial incidencia que tendrán para el campus gijonés las próximas inversiones en infraestructuras, que se completarán con los fondos obtenidos de la convocatoria de 2010 del programa «Innocampus». «Beneficiarán especialmente a las actividades investigadoras que se realizan en Gijón», remarcó el vicerrector de Investigación, al tiempo que destacó la «ilusión» con que afrontan las dos líneas de especialización incluidas en su plan de excelencia.

No obstante, el equipo de Gotor observa que existen una serie de premisas inexcusables que deberían tenerse en cuenta en el próximo plan de ciencia y tecnología del Principado de Asturias: «Debe incidir en aspectos como la internacionalización, la integración de todos los agentes de innovación y la potenciación de las estructuras de colaboración entre Universidad, centros tecnológicos y empresas», argumentó García. En el plan de financiación que se negocia con el Principado el Rectorado pretende priorizar la actividad investigadora, además de dar un impulso a la cultura emprendedora. «Es necesario persuadir a los diferentes equipos de investigación de las posibilidades de desarrollo de su actividad y que ésta tenga una valoración idéntica a la de las actividades docentes», defendió Santiago García Granda.

A su juicio, otro aspecto relevante es la «involucración progresiva de todos los agentes de innovación» para avanzar en la internacionalización de la institución docente y mejorar puestos en los «rankings» académicos.