Á. CABRANES

Entre corte y corte, una viñeta. Ésa es la filosofía de Javier Guerrero, que en su peluquería del barrio de Montevil con la misma facilidad moldea peinados que personajes de cómic. Este gijonés de 43 años, colaborador de las publicaciones «TMEO», el «Monográfico» y «Le Potaje», decidió hace dos años sacar provecho de sus tiempos muertos en el trabajo para iniciar su propio proyecto personal: «Como los sapos ciegos». Se trata de una serie de historietas de humor que comenzó publicando a modo de afición en internet y ahora alcanzan su segundo número editado en papel.

«Cuando abrí la peluquería, tenía pocos clientes y pensé que podría aprovechar el tiempo para dar rienda suelta a otra de mis aficiones: dibujar», explica el protagonista. Una habilidad que le sirvió en el pasado para alzarse con galardones como el accésit y primer premio del certamen de cómic de la «Semana negra» en 1996 y 1997, respectivamente; ganador del concurso «Hestories d'Avientu» de Gijón en 2008 y accésit del concurso de relatos «Ciudad de Zaragoza», en 2006. «El dueño de la librería Cucurrabucu conocía mis trabajos, y cuando vio en internet "Como los sapos ciegos" me dijo que tenía que animarme a sacarlo en papel. El reto le costó «unos 150 euros», el precio que le cobró una empresa sevillana por poner letra y color a los ochenta ejemplares de su primer número.

«Lo diseñé a través de programas informáticos y está basado en recopilaciones de lo que había dibujado hasta el momento. Lo recaudado me sirvió para pagar el segundo número, porque tampoco pienso que vaya a ganarme la vida con esto», reconoce Guerrero. A un precio de 4 euros, distribuye en tres puntos de la ciudad, y en su propia peluquería, estas nuevas 150 copias, que «ya cuentan con creaciones inéditas», destaca.

«No tengo un estilo definido. Suelo basarme en historias irreverentes, que a veces escucho a la clientela y otras veces me invento a partir de un diálogo inicial. En cuanto al dibujo, a veces la trama me pide trazos simples, mientras que otras merecen personajes más realistas. Todos tienen en común que están esperando que los pisen, como a los sapos ciegos», explica sobre su cómic el gijonés.

Humor y sexo son la base de unas viñetas que tienen entre sus máximos seguidores a su madre, Loli Guerrero, de quien adoptó su apellido como coletilla del nombre con el que se ha dado a conocer en el mundillo del cómic. «Mi primer apellido es López, demasiado común para que te localicen en las búsquedas de internet», justifica este avispado peluquero, que no tiene un pelo de tonto ni de mal dibujante.