Víctor GUILLOT

Desde que se atrevió a parodiar a la televisiva Belén Esteban, Ginger Hell es una de las actrices porno más cotizadas en la industria pornográfica. En su página web, se presenta como la doble de la Princesa de San Blas. Su debut en el porno comenzó hace dos años de la mano de Bibian Norai, una de las promotoras que más actrices ha lanzado al breve estrellato del cine X. Hablar con ella es esquivar a una manada de fans que besa el suelo que pisa.

-Comenzó a trabajar con Cumlouder hace cuatro meses, y ya cotiza al alza en el mercado de las perversiones.

-Lo cierto es que en esta productora me tratan muy bien y yo me siento a gusto con ellos.

-Su nombre es una incógnita y su nacionalidad apunta a cuatro países distintos. Más que una actriz, parece una espía.

-Nadie conoce mi nombre y tampoco quiero que se sepa. Belén Esteban dijo que era rusa, otros que alemana. En realidad, soy búlgara y llevo 15 años en España, viviendo en Mallorca. O sea, que me siento y soy española.

-Bibian Norai lanzó su carrera al porno hace dos años. En poco tiempo, despertó una gran expectación en Alemania, donde se practica un sexo más bizarro.

-Creo que el porno español no ha evolucionado tanto como en el resto de Europa, donde hay más consumidores. En Alemania no se hacen «cositas normales» como aquí. Allí el porno es bastante duro y bastante más guarro. Pero cuidado, son unos grandes profesionales.

-¿Qué la distingue de otras?

-Cada una es diferente. Yo soy una actriz porno con un glamour salvaje. Me encanta el sexo duro y cañero, que no conoce límites. En España son demandadas las actrices a las que se les hace de todo.

- ¿Pensó alguna vez que se dedicaría a esto?

-Nunca había pensado que sería actriz de cine X. Tenía una pareja y una empresa de alimentación. Aquello terminó. En cualquier caso, eso no quita que desde siempre me ha gustado el porno y el sexo.

-El porno implica un trajín importante: rodajes, shows..., ¿cómo lo lleva?

-Diría que es el mejor trabajo del mundo. Hay una fiesta, un rodaje. Por supuesto, esto no sucede todas las noches. No somos gente que se pasa todo el día follando. De día somos normales. Más allá de bromas. Una actriz porno hace la vida de cualquier artista profesional. El trajín se aguanta bien porque disfrutamos de los rodajes y sí, ciertamente, todas somos unas cachondas.

-La carrera de una pornostar, es breve. ¿Y después?

-Suelo vivir al día y no hago planes. No lo sé, de momento, lo que hago es disfrutar.

-¿Cómo es la mujer que se despierta en su cama cuando no hay cámaras?

-Una mujer muy normal. Suelo levantarme y tomarme un café. Después hago la compra o me voy al gimnasio y visito a mis padres.

-¿Qué opina su familia?

-No saben que me dedico a esto, saben que vivo en este mundo pero no que lo protagonizo.

-Qué distingue a Ginger Hell de la mujer de la rutina.

-Somos completamente distintas. El físico, la forma de hablar e incluso de caminar, sufre una transformación. Hay gente que cuando se cruza conmigo no me conoce. Me gusta ayudar a mis amigos. Luego, ante la cámara, soy la perversa, la cachonda. La mujer salvaje.