R. GARCÍA

Darío Rubén García es agente del Cuerpo Nacional de Policía y trabaja para la Jefatura Superior de Asturias, pero no patrulla por las calles de Gijón. Ni detiene a delincuentes en Avilés. Ni siquiera recoge denuncias en una oficina en Oviedo. Nada más lejos de la realidad. García trabaja en Freetown (ciudad libre en inglés), la capital de Sierra Leona. Hace seis meses que este gijonés se embarcó en una nueva aventura vital. Dejó atrás su puesto como jefe de grupo de protección dinámica de la unidad adscrita de la Policía en Asturias y se metió de lleno en una de las misiones internacionales que actualmente desarrolla el Cuerpo Nacional de Policía.

«Siempre me atrajo trabajar en el extranjero en cooperación internacional, para conocer a policías de otros países y aprender», asegura García, licenciado en Derecho y policía desde septiembre de 1999. El funcionario no sabía lo que se iba a encontrar, sencillamente se armó de valor con una maleta al hombro y se fue solo a Sierra Leona. «El primer día es, lógicamente, el que más te impacta. Al llegar nos dan un curso para conocer el ambiente en el que te mueves y luego ya empiezas a meterte de lleno en la sociedad de allí», indica. «Hay que cambiar la mentalidad y adaptarse al ritmo de trabajo de los africanos», concluye. Ningún día se parece a otro desde que comenzó esta aventura. Darío García trabaja en la unidad transnacional de crimen organizado en la que los agentes intentan erradicar uno de los mayores problemas de este país africano: el tráfico de drogas y personas. Su experiencia en la unidad de droga y crimen organizado del Cuerpo Nacional de Policía (Udyco) le está sirviendo más que nunca.

El gijonés forma parte de la sección de Policía de Naciones Unidas en la que también trabajan agentes de Rusia, Estados Unidos y Jordania. El proyecto, impulsado por la ONU, trata de erradicar el crimen organizado en varios países del entorno. Su labor es la de asesorar a los funcionarios locales. Pero ¿cómo es su día a día? «Tenemos que desarrollar la capacidad operativa de esta unidad, que ya está dotada de instalaciones y personal debidamente entrenado. Además hay que continuar con la formación, coordinando cursos con otras policías, y supervisar todas las investigaciones proporcionando el asesoramiento técnico que necesitan». El trabajo se organiza «solo» en palabras del funcionario. No hay tiempo libre, se trabaja «de domingo a domingo». Ni siquiera minutos para el ocio. «Los agentes tienen que estar permanentemente operativos, en cursos o en operaciones, pero siempre en movimiento, indica García que gestiona, además, las ayudas que recibe esta unidad en la que trabaja personal de todos los países involucrados en el proyecto.

En contra de lo que pudiera parecer, o de la imagen que puedan transmitir los medios de comunicación, Darío García mantiene que no todos los policías de Sierra Leona son corruptos: «Hasta la fecha no ha habido ningún problema, estamos trabajando con muy buena gente. Con la creación de este tipo de unidades que tratan de potenciar la capacidad de policías locales se ha avanzado mucho». El objetivo último es que las mafias africanas desaparezcan y no se puedan desplazar a otros países. Por eso el trabajo de este agente gijonés se ve incluso reflejado en España. «Desde allí podemos colaborar también con información que mejore la lucha en nuestro país contra delitos como el tráfico de drogas», afirma.

A Darío García aún le quedan varios meses de trabajo. Como poco, medio año más. Energía para continuar no le falta. «Tengo ganas de seguir, es una experiencia enriquecedora», confiesa. «Han conseguido colmar mis expectativas, la misión es todo lo que me esperaba, aunque sí es cierto que me sorprendieron las condiciones de trabajo en las que hay que luchar en África», asegura. El agente está cada día más cómodo e integrado en una misión que sintió como suya desde el primer momento: «No se puede ni explicar lo que siento cada vez que entro por la puerta y me saludan con todo su cariño».