C. JIMÉNEZ

El profesor Enrique Castillo Ron, primer doctor honoris causa de la Universidad de Oviedo a propuesta de la antigua Escuela Técnica Superior de Ingeniería, se considera ingeniero antes que matemático, pese a estar formado en ambas disciplinas, y juzga fundamental buscar siempre «soluciones de sentido común» ante cualquier problema que se plantee. Una filosofía que hace extensiva a las enseñanzas universitarias «porque el grado de deterioro del conocimiento de los alumnos de Bachillerato es gravísimo. Es urgente mejorar la enseñanza y motivar al profesorado», subrayó en el transcurso de una conferencia sobre la aplicación de modelos matemáticos a ciencia e ingeniería. «No es una situación repentina sino que se ha ido degradando», advirtió el catedrático de Matemática Aplicada de la Universidad de Cantabria.

Así las cosas, Castillo Ron considera que el plan «Bolonia» se ha convertido en un engaño para el sistema universitario. A su juicio, «debería haber muchos ingenieros técnicos y unos pocos superiores y en vez de varias escuelas universitarias, una muy buena donde la gente vaya a investigar», aseveró. Esa urgencia en la mejora del sistema educativo a todos los niveles le lleva a defender la búsqueda de la excelencia más allá de las infraestructuras y los edificios «que también son necesarios pero lo importante son las personas». A su crítica sobre la degradación del sistema educativo en España suma la necesidad de realzar la figura de los docentes. «Las instituciones deben darse cuenta de los importantes que son», subraya el profesor de la Escuela de Ingenieros de Caminos de Cantabria, al tiempo que insta a abrir los institutos por las tardes.

Sobre esta reflexión el director de la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón, Hilario López, se atrevió a romper una lanza en favor del alumnado. «La culpa es de la orientación de los planes de estudio», apuntó. Una opinión que suscribe, en parte, el catedrático Castillo Ron que insiste en la urgencia de mejorar la formación, pero con algunos matices. «Yo siempre he defendido que tenía que haber una escuela de ingeniería de élite, no somos todos iguales, al bueno hay que hacerle que sea mucho mejor porque si vamos a todos igual nos estamos cargando todo», arguye. Tampoco es partidario de las fusiones de centros y de las masificaciones en las aulas. Su argumentación, plagada de símiles matemáticos, no olvida la realidad socioeconómica del país: «No tiene sentido alargar la vida laboral de los mayores cuando los jóvenes no están trabajando» y volviendo al capítulo de la formación lamenta que personas mal preparadas lleguen a puestos de responsabilidad. En su opinión, a los políticos habría que exigirles honestidad yque no acepten cargos para los que no están formados porque «el que gobierna ya no es de ningún partido sino que es el gobernante de todos». Sus soluciones «de sentido común» comprenden diferentes aspectos de la economía, la estadística, la sociología, la ingeniería o el transporte. «Me gustan las aplicaciones prácticas y que lo que hagamos sirva para algo» pero «no toda fórmula es válida para relacionar diferentes magnitudes», advierte.