C. J.

Pedro Timón presentará esta tarde en el Club Prensa LA NUEVA ESPAÑA de Gijón el documental «Víctor Cueto, n.º 3438», un trabajo que narra la historia de este asturiano, natural de Ceceda (Nava), recluido durante cinco años en el campo de exterminio nazi de Mauthausen, en la alta Austria. La cita es a las ocho de la tarde en el salón de actos de la Fundación San Eutiquio, junto a la iglesia de San Pedro. El trabajo surge del compromiso personal del autor con la memoria histórica y con los republicanos recluidos en Mauthausen.

El fotoperiodista gijonés ha contado con la colaboración de Silvia, la hija de Víctor Cueto, y su sobrina, Yolanda, para la realización de este trabajo, además de expertos conocedores de esta etapa histórica como Benito Bermejo, Leonardo Borque, Marcelo Laruelo, José Antonio Martínez...

Silvia Cueto visitó el pasado verano el municipio naveto acompañada de su marido, para conocer las raíces de su padre. Y aprovechando esta circunstancia, Timón quiso personificar el drama de Mauthausen en el prisionero asturiano Víctor Cueto, recluido en el campo de concentración austriaco con el número 3438 desde 1940 hasta 1945. El trabajo es un homenaje personal a las víctimas del Holocausto nazi, además de contribuir con su proyecto al juramento que los prisioneros hicieron tras su liberación en el que se comprometían a pedir justicia, que no se repitiera la barbarie y que la humanidad no lo olvidara. Y eso es lo que ha querido hacer Pedro Timón.

Cuenta el documental que Víctor Cueto no pudo regresar a España tras su liberación por las tropas americanas en 1945, puesto que antes, en 1939, había huido a Francia escapando del régimen franquista, y donde también llegó a sentirse traicionado por el país galo. Esta circunstancia le obligó a quedarse a vivir en Lenzing, a veinte kilómetros del lugar en el que le habían torturado. Fue su mejor opción.

«La conmemoración del medio siglo de la liberación de Mauthausen me marcó», contaba en una entrevista reciente con este diario el autor del documental. A partir de ahí comenzó a grabar en vídeo. De ahí que en la película se mezclen imágenes en alta definición con otras más antiguas. Aunque todo comenzó algunos años antes, cuando el escritor austriaco Erich Hackl le llevó a conocer Mauthausen. «Yo tenía 12 años y aquella experiencia me dejó marcado. Volví en 1990, pero fue a partir de 1995, después de hacer fotografía en la Escuela de Arte y cuando ya había colaborado con varios periódicos, que empecé a escribir cosas y me publicaron un reportaje en "Cambio 16". Siempre quise hacer algo más amplio, relacionado con la memoria histórica», cuenta Timón sobre el origen de este proyecto. Poco a poco se fue estableciendo un vínculo personal con el proyecto.

La cinta refleja de manera muy directa cómo las vidas de los prisioneros en Mauthausen y las de sus familiares quedaron marcadas para siempre por la experiencia del campo de concentración. «Le pasó a Víctor y a todos los deportados», explica el autor de «Víctor Cueto, número 3438». En el documental la hija cuenta anécdotas muy reveladoras, como la obsesión por la limpieza, por el orden riguroso, por no dejar nada de comida... Y también cómo su padre aprendió el alemán. «He conocido supervivientes que han estado a tratamiento psicológico toda su vida», explica Timón. Por este motivo ha querido realizar a través de este trabajo audiovisual un homenaje a las víctimas. El documental, que se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Gijón, pretende ser, en palabras de su director, «una aproximación a la deportación asturiana a los campos nazis» a través de la historia personal de Víctor Cueto Espina, que padeció torturas y humillaciones durante casi cinco años.

El motivo por el que se centró en la historia de este asturiano fue, por un lado, porque de esta forma el espectador toma más partido al conocer la historia individual y, por otro, porque la historia de Víctor Cueto tiene la singularidad de que comenzó luchando desde muy joven, con 16 años, y tras su liberación tuvo que quedarse a vivir muy cerca del lugar donde fue torturado. El naveto Víctor Cueto estuvo trabajando en la cantera de Mauthausen.

«Cuando fue liberado se comió un pan entero y un kilo de carne. Estuvo a punto de morir por eso. Lo llevaron al hospital y cuando salió cogió una bicicleta y empezó a pedalear sin parar con la idea de volver a España», se cuenta en uno de los testimonios en el documental. Las condiciones de trabajo de los prisioneros eran tan extremas que normalmente fallecían en un período de tiempo breve. Los familiares de quienes vivieron aquellos dramáticos momentos piden a través de la cinta de Pedro Timón que no se repita «nunca más».

Además de ser una forma de canalizar su experiencia con algunos deportados a los que conoció personalmente durante una etapa en la que estuvo residiendo en Austria, el documental también refleja una «actitud memorialista», concluye Timón. En Mauthausen hubo unos 7.000 españoles recluidos. En el campo de concentración, abierto en 1938 y liberado en 1945, estuvieron alrededor de cien asturianos.