Miriam SUÁREZ

El precio de la vivienda cayó un 1 por ciento en el mes de julio y esa última bajada ha situado a Gijón en valores «de hace nueve años». Con este dato, expertos del sector inmobiliario trasladan a la realidad local las estadísticas generales que las grandes empresas de tasación españolas publican cada tres meses. Pero matizan: «Que el mercado se vaya ajustando no significa que regalen duros a cuatro pesetas».

El metro cuadrado construido ronda los 2.300 euros en la vivienda de segunda mano y 2.700 en el caso de la obra nueva. Valores medios que oscilan, al alza o a la baja, dependiendo de la ubicación, antigüedad y prestaciones del inmueble. «Los precios se ajustaron, pero, salvo necesidad urgente, nadie vende por debajo del precio real de mercado», recalca Laura Aneiros, trabajadora de la agencia Ablanedo. O lo que es lo mismo, insisten otros agentes inmobiliarios de la ciudad, «chollos, no, y menos en los pisos buenos».

Dicho esto, los especialistas del sector constatan que, como consecuencia de la crisis del ladrillo, se ha alcanzado un nivel de precios «muy competitivo». La burbuja inmobiliaria empezó a pinchar en 2007 y, desde entonces, la vivienda -nueva y usada- se ha ido depreciando «hasta volver a valores de 2002», sostiene Verónica Álvarez, profesional de la agencia Asturias, que acaba de elaborar un informe interno sobre la evolución del mercado inmobiliario.

Según ese estudio, «los precios más altos se pagaron a finales de 2006, principios de 2007. Durante ese año, se mantuvieron y, en 2008, el descenso ya fue considerable». Los bienes inmuebles no han parado de bajar, «incluida la vivienda unifamiliar». Esa tendencia ha dejado más huella, precisa Verónica Álvarez, «en las zonas donde más oferta hay»; esto es, en la periferia del casco urbano. «En zonas fuertes como el centro de Gijón, existe mayor resistencia a bajar los precios», añade esta agente de la propiedad inmobiliaria, que también realiza tasaciones oficiales.

Aun así, «un piso céntrico, a estrenar, se puede conseguir por 4.300 euros el metro cuadrado, cuando antes se pagarían 6.000». Incluso se puede encontrar algún primero -a menos altura, menos precio- por 3.600 euros el metro. «Ahora, hasta los propios constructores hacen rebajas sobre el precio de partida de sus promociones si ven un comprador con posibilidades financieras», apunta.

Quienes se resisten a ajustar los precios de sus viviendas a la realidad del mercado «pueden tardar años en vender», advierte Laura Aneiros. «La gente tiene que cambiar el chip, porque los años dorados del sector inmobiliario no creo que vayan a volver, al menos a corto plazo», añade Paloma Vázquez, que lleva las riendas de la agencia Sabugo junto a su padre. Y apostilla: «La situación mejorará cuando los bancos abran el grifo de la financiación, pero eso de que cualquiera compre un piso con hipotecas del 100 o 120 por ciento se acabó».

La reducción del IVA acordada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no despeja el futuro del sector, en opinión de los expertos. Ayudará «algo», considera Paloma Vázquez, pero «el verdadero problema que tenemos es la falta de financiación». Además, «ese estímulo a la compra debería ampliarse al mercado de vivienda usada», prosigue. El Impuesto sobre el Valor Añadido se rebajará a la mitad, del 8 al 4 por ciento, únicamente cuando se adquiera obra nueva. Se echa así una mano a los constructores que no acaban de dar salida a sus promociones.

Los que peor lo tienen ahora son aquellas personas que necesitan vender inmediatamente sus viviendas adquiridas en 2006-2007, cuando los precios estaban más desbordados. En 2011, pagar esas cantidades resulta impensable. «Los que tengan más urgencia para vender, muy probablemente acabarán perdiendo dinero», consideran los expertos.