«Una chapuza institucionalizada que nunca veremos en las imágenes de televisión». Así describió y resumió ayer el periodista asturiano Pablo Pardo, corresponsal de «El Mundo» en Washington, los dos grandes conflictos bélicos con los que arrancó el siglo XXI, las guerras de Irak y Afganistán, donde hubo y hay tropas españolas. «Es un desastre ejecutado por gente joven y sin preparación», aseguró.

Pablo Pardo, que ha realizado las coberturas de las dos últimas campañas presidenciales en Estados Unidos, se mostró convencido de que Obama tendrá difícil clausurar la prisión ilegal de Guantánamo pese a las promesas del presidente. El primer documento que firmó nada más llegar a la Casa Blanca fue el decreto del cierre de las instalaciones, montadas en la base militar que EE UU mantiene en Cuba y cuestionadas por juristas de todo el mundo.

Y el periodista, buen conocedor de los entresijos de la política americana, justifica su opinión por la comprensión que el estadounidense medio adopta ante decisiones como la implantación de la cárcel de Guantánamo: «Para ellos no es algo brutal; no se recibe mucha información, y en la que hay no se habla de tortura, sino de abusos». «La prensa ha sido muy cuidadosa y su capacidad de tolerancia con esos hechos es mayor que la muestra», añadió.

El corresponsal hizo estas consideraciones en el Club LA NUEVA ESPAÑA de Gijón, donde presentó su libro «El monstruo» (Libros K. O.), gran fresco periodístico en el que retrata, a través de la historia narrada por Damien Corsetti, soldado de la inteligencia militar que participó en las ruedas sistemáticas de tortura practicadas por el Ejército de EE UU en la cárcel afgana de Bagram, la gruesa contradicción (practicar el terror en una cruzada contra la amenaza terrorista) en que se mueve la última potencia imperial.

Acompañó a Pablo Pardo el coordinador de Amnistía Internacional en Asturias, Francisco Javier Fernández López. Éste recordó que hay 98 países, según datos de su organización, en los que se conculcan los derechos humanos y encadenó algunos datos que revelan la profundidad de los dramas humanos de Bagram, Abu Ghraib (Irak) o Guantánamo, donde hay aún 171 detenidos sobre los que no pesa acusación concreta.

Pablo Pardo contó la génesis de «El monstruo», del que el también periodista Alfonso Armada ha dicho que es un libro «escrito a fuego lento». Ha hecho resaltar con razón, además, que es una de esas historias que recuperan, en la mejor tradición anglosajona, la capacidad de desnudar la «naturaleza perversa» del sistema. Y ello en unos tiempos en los que el periodismo está embarcado en «estériles debates» sobre su identidad y futuro, pese a las numerosas e inquietantes páginas aún por relatar.

«Si el libro tiene alguna virtud, es la de contar cómo es una guerra: algo cutre», insistió Pablo Pardo, para quien «El monstruo» tiene otro aspecto positivo: está en el deseo de Damien Corsetti «ser mejor persona de lo que era; tiene una preocupación por ser alguien decente».

El periodista indicó que dos de los principales impulsores de la guerra de Irak y la posterior invasión de Afganistán, el ex presidente George Bush y su segundo Dick Cheney, que ni siquiera estuvieron en su juventud en la contienda de Vietnam, jamás se han arrepentido. Y mencionó los cuatros grupos sociales de los que suele salir la «carne de cañón» de todas las ofensivas imperiales: la llamada «basura blanca», los indios nativos, los negros y los hispanos. «Bush y (Tony) Blair hablan de moralidad, pero no pegaron los tiros», añadió.