Al aproximarse el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, el Club de LA NUEVA ESPAÑA organizó una mesa redonda en la que intervinieron tres históricas del feminismo asturiano articulando sus discursos alrededor del epígrafe, «Feminismo en un 8 de Marzo de tiempos umbríos». Ante una nutrida asistencia de clara mayoría femenina, el director del club, Luis Miguel Piñera, celebró el primer aniversario de la entidad, inaugurada en marzo de 2011 con una conferencia impartida por Paz Fernández Felgueroso, entonces alcaldesa de Gijón, sobre diversos aspectos de la ciudad. Un año después, como buena feminista, Paz Fernández Felgueroso volvió, sólo que en esta oportunidad lejos de la tribuna que ilustraría la grada.

Abrió la sesión Carmen Suárez, miembro del grupo de investigación «Deméter. Historia, mujeres y género» de la Universidad de Oviedo, reconociendo que el feminismo pasa por tiempos adversos, «algo a lo que debemos estar acostumbradas», ya que las dificultades en todo tiempo y lugar han sido imponderables, aunque... «Mientras haya una sola mujer en el mundo a la que no le sean reconocidos sus derechos, la lucha feminista estará viva», dijo. Carmen Suárez estimó que los ámbitos que actualmente absorben la preocupación del colectivo son los del trabajo y la educación. Respecto al primero, según sus informes, la falta de acceso al trabajo remunerado arroja cifras espeluznantes de pobreza extrema en la población femenina. Puso el ejemplo de las mujeres africanas, cuyo tiempo empleado en acarrear agua equivale al de todos los trabajadores franceses en un año remunerado. De la educación Carmen Suárez lamentó que al ciclo secundario se llegue en muy pocos países del mundo, muchas veces impedido por las religiones, como se demostró en el congreso mundial de Pekín. En España, la educación tiene un marco legal suficiente, gracias al socialismo, pero aquél no se ha plasmado en ningún plan de acción. «Las niñas rinden más, pero no se trabaja en las competencias de sexo», declaró.

Por su parte, Irene Saavedra, activista del colectivo TribadAS de Xega, abrió su turno denunciando la precariedad de las víctimas del llamado cáncer laboral, cuyas viudas reciben una pensión del 55 por ciento del salario base de su esposo, pero si ese cáncer estuviera reconocido cobrarían el 100 por ciento. «Muchas mujeres han muerto a causa de la misma enfermedad, al llevarla a casa su marido, y ni siquiera se reconoce». Irene Saavedra abogó por los derechos de las prostitutas, de las empleadas de hogar, que aunque coticen a la Seguridad Social siguen sin cobrar paro. «Creo que llevamos mucho tiempo sin tirar para delante, necesitamos autocrítica. Parece que todo quedó en la consecución del matrimonio homosexual, y quedan muchas cosas por hacer».

Dulce Gallego, ex edil de Igualdad del Ayuntamiento de Gijón, a la que Luis Miguel Piñera dijo conocer siendo ya feminista a los 14 años, cerró las intervenciones aludiendo a Rosa Luxemburgo: «Sólo me arrepiento de no ser tres veces más osada». Tras relatar los objetivos conseguidos en su tránsito por el feminismo, y el modo como fueron cambiando los sistemas de reivindicación, se refirió al logro del feminismo institucional, que dispuso las cuotas y la paridad. La lucha actual, dijo, ha de seguir líneas indispensables como es, entre otras, la oposición al pacto social, al tema de impuestos y la defensa de lo público. «No podemos consentir el desprestigio que se está arrojando sobre los sindicatos». Por último, Dulce Gallego lamentó el retroceso de las actuales políticas municipales, «en muchos campos, dinamitadas».