Luján PALACIOS

Hacía muchos años que no se veían, y se reencontraron en la que un día fue su casa. El Hogar de San José celebró ayer a su patrón y su 70.º aniversario, y con tal motivo reunió a antiguos alumnos de la institución, que compartieron jornada con los actuales inquilinos.

Desde que el hogar echara a andar en 1942, han pasado por él cientos de menores, primero de Gijón y de buena parte de Asturias; en la actualidad, también acoge a menores extranjeros no acompañados y tutelados por el Principado. Para todos ellos el hogar ha tratado de hacer honor a su nombre, y aunque los recuerdos afloran en forma de «una instrucción dura, tenías que estudiar y portarte bien», también hubo espacio para el compañerismo y los buenos ratos.

Eloy Poladura lo sabe bien. Hijo de un villaviciosino que recaló en Vietnam como miembro de la Legión Francesa, nació en el país asiático, y a los 7 años fue repatriado junto con su padre. «Como no se podía hacer cargo de mí, pasé al hogar en 1968», recordaba ayer. «Fue mi vida: aquí pasé mi infancia, un total de once años», indicaba Poladura, quien también quiso recalcar que «el que quiso pudo estudiar, porque nos lo pagaban».

«De aquí salimos formados para la vida, aprendimos a ser autosuficientes, no como ahora que a los chavales hay que dárselo todo hecho», coincidían los gijoneses José María Espinar y Manuel Enrique Sousa. Isidro Palanca, también antiguo alumno, fue, por su parte, el cantante y uno de los fundadores del quinteto musical «Jois», compuesto por internos del hogar y que «llegó a tener mucho éxito: actuamos por toda España y llegamos hasta a Francia».

En la actualidad, el Hogar de San José da cobijo a unos sesenta niños y jóvenes, de 3 a 20 años. De ellos, veinte son extranjeros, procedentes de Marruecos y los países del África subsahariana, muchos de ellos derivados desde los centros de menores no acompañados del sur de la Península. Además, la Fundación del hogar atiende a más de un centenar de chavales con diversos tipos de necesidades dentro de sus nueve programas, como el de las «Mañanas educativas», para alumnos expulsados de los centros escolares, o un programa de voluntariado en el que participan en la actualidad quince familias.

Antiguos y nuevos residentes compartieron ayer partidos de fútbol, una misa intercultural y un pincheo. Para todos ellos, el San José fue «más que un hogar».