San Juan de Dios es patrono de los bomberos españoles. Su fiesta se celebró el pasado 8 de marzo. Tal patronazgo fue establecido en 1953. El santo se lanzó en medio de las llamas y salvó enfermos en el incendio del Hospital de Granada a mediados del siglo XVI. En Gijón, la estatua de San Juan de Dios preside el Sanatorio Marítimo de San Bernardo y San Hermenegildo. Se llama así en honor del anciano de 86 años, Bernardo Alfageme, y su nieto de 27 años, Hermenegildo Alfageme, fusilados por orden del Comité de Guerra de Candás «más allá de los merenderos del Piles». Estos hechos acaecieron en la madrugada del 21 de septiembre de 1936. Abuelo y nieto andaban escondidos en casas de la ciudad y fueron descubiertos y llevados por el Comité de Guerra de Gijón a la cárcel de El Coto, la tarde del 20 de septiembre. En el mismo sitio de la llamada Ería del Piles donde fueron fusilados, se levanta actualmente el Sanatorio Marítimo, lugar perfecto para los fines de la Orden Hospitalaria. Se trataba de atender a niños de 7 a 22 años, lisiados y pobres, con secuelas de poliomielitis, deformaciones congénitas o lesiones osteoarticulares. Para estas enfermedades se decía entonces que venían muy bien las brisas marinas saturadas de yodo, que ayudaban a recalcificar los huesos afectados de tuberculosis.

El Sanatorio fue inaugurado a las cinco de la tarde del 8 de septiembre de 1945, día de la Santina, por doña Carmen Polo y su hija Carmencita. Venían de Covadonga, fueron recibidas en el Ayuntamiento y comieron en el Club de Regatas. Fue la familia Alfageme quien pagó los terrenos y contribuyó mucho a financiar la obra, junto con el Ayuntamiento y el pueblo de Gijón. En la ceremonia habló Hermenegildo Alfageme Fernández, hijo y padre de los fusilados. A esto llamó «sublime venganza» el periodista Adeflor (Alfredo García, Gijón 1876-1959) en su artículo de «El Comercio» (9-9-1945). Estaban presentes don Mario de la Torre, alcalde; don Rafael García, obispo de Jaén; don Claudio Piña Tejedor, provincial de Castilla y América del Sur de la Orden Hospitalaria, y don Aquilino Hurlé, director del Sanatorio. Actuaron dos bandas de música.

El edificio está firmado por el arquitecto Manuel del Busto Delgado, cuyo nombre figura sobre la puerta de la terraza, en cartela en forma de espejo, uno de los adornos barrocos que alivian la moderna severidad de las líneas y le prestan sabor local al edificio. A los lados y sobre bufandas horizontales, van los nombres de los santos. Sólo se conserva el de la derecha, San Hermenegildo, pues el de la izquierda desapareció con la ampliación que se hizo hacia 1950 por los arquitectos Juan Manuel del Busto González y Miguel Díaz Negrete.

Remata el edificio la imagen de San Juan de Dios, ubicada en hornacina que recuerda una espadaña. Representa al santo, que sostiene a uno de los niños pobres y lisiados. Lleva en la cabeza una corona de espinas, que hace referencia a la corona que le impusieron (visión mística del santo en Granada) la Virgen Dolorosa y Juan Evangelista, testigos a los pies de la cruz de Jesús de Nazaret, para que supiera lo que es el dolor. Esta imagen se inspira en la que está en la iglesia de San Pedro del Vaticano, a la izquierda del ábside, obra de Philippo Della Valle (1698-1768), escultor florentino que trabajó en Roma e hizo el sepulcro del Papa Inocencio XII en el Vaticano y las estatuas de la Salud y la Fecundidad en la Fontana de Trevi, situadas a los lados del Neptuno/Océano de Pietro Bracci. La de Gijón está hecha en piedra artificial a base de cemento y es obra del escultor gijonés Pepín Morán, que trabajó con los Busto antes y después de su estancia en la cárcel, condenado a muerte y enseguida indultado. (El cargo era que había participado en la desaparición de la estatua de la Santina de Covadonga, llevada Francia y escondida/salvada en un arcón de la Embajada de España en París. En esta operación anduvo Eleuterio Quintanilla). La atribución de esta imagen a Pepín Morán se apoya en tres supuestos: su trabajo anterior con Manuel del Busto, la presencia iconográfica del niño paralítico que alude a la obra local, y la materia de la escultura, aquella petranova que quiso patentar Manuel del Busto e impugnó con éxito la casa Gargallo, diciendo que el cemento es material común que no admite patente. Podemos añadir una cuarta razón: tuvieron que intervenir también los propios hermanos hospitalarios, pues la obra del Vaticano no es famosa ni muy conocida. La talla es buena, de rostros idealizados, curvas armónicas y paños lisos de fuerte volumetría, tal como se llevaba en aquella época entre los discípulos modernistas de Auguste Rodín, como la conocida manera mediterránea de Arístide Maillol y sus seguidores españoles (Blay, Clará, Llimona, Clarasó y Manolo Hugué).

Datos tomados del Archivo Municipal de Gijón (expediente 464, año 1941), los periódicos «Voluntad» y «El Comercio» de los días 8 y 9 de septiembre de 1945, la revista «Archivo Hospitalario» de octubre de 1945 y conversaciones -enero 2011- con don Miguel Díaz Negrete y el superior del Sanatorio, Hermano Antonio Blanco. Hoy 5 hermanos y 70 personas atienden a 250 enfermos, muchos de ellos adolescentes y jóvenes).