A. RUBIERA

Donde decían «contacto físico y verbal» ahora va a decir «prudencia y oportunidad».

La Consejería de Educación del Gobierno regional del Principado ha tomado el camino fácil y se ha encomendado al dicho clásico que apela a la prudencia como madre de todas las virtudes y quizá también, antídoto contra los líos. Por eso, precisamente, medidas como «la prudencia y el sentido de la oportunidad» son las que van a sustituir textualmente, por decisión de los responsables educativos asturianos, el enunciado de las autorizaciones que en el IES Número 1 de Pumarín se vienen pidiendo desde hace tres años a los padres y madres de alumnos cuyos hijos vayan a participar en alguna actividad extraescolar.

Esas autorizaciones que se pasaban a las familias para su firma -se hacían en el transcurso de una reunión en el centro donde se ofrecían explicaciones en directo, «nunca remitidas fríamente», aseguran desde el Instituto- suponían un recordatorio de la responsabilidad que asumen los profesores cuando se van de viaje extraescolar con los alumnos. De ahí que se indicara que «para el buen obrar y con diligencia ante todo tipo de situaciones, y en función de nuestra experiencia», las familias deberían autorizar expresamente tres situaciones que podían llegar a darse: «La realización de registros del alumno y sus propiedades, por el profesorado o la autoridad o el sistema de control pertinente; que se le haga responsable de los daños y perjuicios causados por el alumno en visitas a museos, tiendas, hoteles, autobuses o similares, con independencia de la edad del alumno y los gastos de su posible retorno anticipado acompañado», y por último «a que el deber y el derecho de corrección del profesorado pueda hacer necesario el contacto físico y verbal proporcional al hecho, en particular en casos de acoso escolar o agresión, peligro inminente o incitación a situaciones intolerantes, violentas o peligrosas para el colectivo».

La Consejería hizo llegar el jueves un aviso a Julián Dizy, director del IES Número 1, para que se rectificara con urgencia ese enunciado. Ayer, el director daba acuse de recibo de las instrucciones dadas desde la inspección y asumía que se deberán cambiar dos de los tres supuestos, tal como estaban expresados. Ya no se pedirá autorización para el registro del alumno y sus propiedades por parte del profesorado, sino que «se informará» que puede darse el supuesto de que las autoridades pertinentes realicen ese registro; y el centro también evitará aludir expresamente a unos posibles «agarrones o controles físicos» de los alumnos, para indicar que «el deber y derecho de corrección del profesorado» se ceñirá a medidas fundamentadas «en la prudencia y la oportunidad».

«Con eso no creo que provoquemos ninguna reflexión entre las familias y los alumnos, que era lo que buscábamos antes de una salida extraescolar. Nuestra pretensión muy clara era que se hablara en casa de situaciones que pueden ser complicadas. Pero no quiero que este debate acabe siendo catalizador de nada más perjudicial, como por ejemplo que se llegue al extremo de que nadie quiera seguir ejerciendo de tutor en esas salidas extraescolares, así que modificaremos el texto tal como piden», explicó ayer el director, Julián Dizy. Dizy insistió en que nunca en estos tres años las familias han puesto reparos a esta circular y que ante el viaje a Andorra previsto para final de mes, 39 de los 40 alumnos de primero de la ESO participantes devolvieron la autorización cumplimentada con la autorización para el «control físico por parte de los profesores», que en ningún caso es una autorización al castigo físico sino a poder asir a un alumno ante alguna circunstancia concreta. Y esa circunstancia ya se ha dado, como relata en un blog en internet un miembro del equipo directivo del IES Número 1, que recuerda que hace unos años el centro sufrió una denuncia de una familia como consecuencia de que en una visita a un museo asturiano un profesor tuvo que agarrar de un brazo a una alumna para evitar que cruzara una carretera por una zona que no era un paso de peatones. La denuncia no llegó a nada, «pero supuso un disgusto para el profe y un mareadero para el centro», cuentan en el IES.