Catedrático de la Universidad de Málaga y ponente en la Cumbre Internacional de Bioética

C. JIMÉNEZ

Bernardo Díaz Nosty es catedrático de Periodismo por la Universidad de Málaga y responsable de la cátedra UNESCO de Comunicación de la misma Universidad. Es, además, el fundador y primer presidente de la Asociación para la Investigación de la Comunicación y miembro de varias asociaciones y consejos relacionados con la comunicación. Durante los últimos años ha centrado su actividad investigadora en el análisis interdisciplinar del cambio climático, aspecto sobre el que ha publicado diversos artículos. En la actualidad dirige un proyecto del plan nacional de investigación de I+D sobre «Comunicación y cambio climático: estrategias de traslación mediática del consenso científico a la opinión pública». Ayer habló sobre «La ética de la comunicación en la transmisión del mensaje científico» en el congreso de Bioética.

-¿Se realiza una buena traslación del mensaje de la ciencia desde los medios de comunicación?

-Se estima que en torno al 97% de los científicos están de acuerdo en que hay un cambio climático de origen antropogénico y, sin embargo, en los medios de comunicación ese consenso se disuelve. Hay una ruptura simbólica del consenso porque los medios discrepan en muchos casos, especialmente desde las acciones centrales, porque las grandes compañías estimulan el escepticismo y el negacionismo sobre el cambio climático. Esto también incluye una variante política porque en EE UU el partido republicano considera que no hay cambio climático y el demócrata, sí. Esa tensión polarizada también hace mucho daño y genera un problema grave.

-¿Cómo se puede reconducir?

-El problema se ha acentuado ahora con la crisis económica porque los medios reducen sus páginas, sobre todo, páginas especializadas. Al disminuir las páginas de información cultural, científica... se pierde esa calidad especializada y, por otro lado, como el periódico compone su agenda con lo que vende, en momentos de crisis económica el cambio climático ha bajado muchos enteros en la preocupación de la gente y se publica mucho menos de un tema que hace pocos días se nos definía desde «The New York Times» como la situación más grave, al haber sobrepasado los límites peores en la emisión del dióxido de carbono. Los medios, que atraviesan una gran crisis de credibilidad, no pueden seguir dando la espalda a estas cuestiones.

-¿Qué está pasando con el periodismo?

-El medio, como nutriente de opinión pública, cuando mercantiliza en exceso sus contenidos y se supedita demasiado al mercado, pierde de vista una de sus funciones, que es la de alerta a la sociedad y de contrapoder. Estamos en momento de cambio de paradigma, en una sociedad que no sólo tiene una crisis económica sino muchas crisis, también de valores, de ética, pero existen unas perforadoras de la transparencia, que son los smartphones.

-¿Qué ha supuesto la irrupción de esa cultura digital?

-Hay más trasparencia, nuestros jóvenes están mejor formados y utilizan smartphones (teléfonos inteligentes), que tienen más capacidad que todas las herramientas de un periodista hace 20 años.

-¿Las nuevas tecnologías son el soporte del nuevo periodismo?

-El nuevo soporte ya no es Internet sino el móvil. Hace años decíamos que cómo se iba a cambiar un periódico por una pantalla de un ordenador, pero hoy ese medio ha evolucionado. Estamos ante una «mediamorfosis», la metamorfosis del medio, y en el futuro vienen desarrollos tecnológicos muy potentes como el grafeno que va a cambiar por completo todo lo que es la representación de la información.

-¿En qué tienen que cambiar los profesionales?

-Tienen que recuperar del pasado la ética. Habría que hacer esta medicina regenerativa de las células madre e injertar en los núcleos del periodismo las células madre de la transparencia, el servicio a la sociedad, la ética y la construcción responsable de la información. También es importante la especialización, vamos a pasar a un periodismo de dos velocidades: el de urgencia y la noticia de alcance y luego un periodismo de profundidad que nos entronque con la memoria histórica, con lo enciclopédico y que acerque la información al conocimiento.

-¿Quién debe marcar los límites para recuperar la ética?

-Yo creo que la crisis de los medios es similar a la crisis del poder porque ambos están muy cerca, pero si quieren ganar en credibilidad tienen que acercarse al ciudadano y no ser tan dependientes del poder. Sé que en estos momentos es muy fácil de decir y difícil de cumplir, pero si los medios no se acercan a la sociedad, la sociedad buscará a través de las nuevas tecnologías otras soluciones.

-¿Es pesimista?

-Yo creo en la acción del periodismo y en la acción del profesional. En un momento en que existe tal cantidad de información alguien tiene que potabilizar las aguas y si el periodismo no entra en esa dinámica aparecerán otras formas de comunicación.

-¿A qué tipo de dilemas éticos se enfrenta el periodismo del siglo XXI?

-La ética no cambia, es como la brújula de la conciencia humana que nos lleva hacia el bien común. La ética lo que no puede hacer es esconder parte de la realidad a quien se debe el medio, que es a sus lectores. ¿Por qué algunos americanos dicen que los medios han fracasado? Porque no han sabido explicar esta crisis y porque siguen sin poder hacerlo. No pueden explicar esta crisis porque algunos de los agentes de la crisis están en la propia estructura de poder del medio.

-¿Existe una excesiva vinculación al poder?

-Es que los medios, dentro de sus mitos fundacionales, se han considerado elementos de contrapoder, vigilantes del poder, y alguien decía que el periodismo es el perro guardián de la democracia, pero se ha convertido en un perro guardián con dientes de goma. Lo hemos domesticado, el poder le ha dado de comer, lo ha engordado y ahora ya defiende al amo y no a la sociedad.

-Apunta como uno de los problemas actuales del periodismo a la «burbuja mediática»... ¿Alguna propuesta?

-Evidentemente, tiene que haber una recomposición grande. En un futuro próximo va a haber periódicos globales, medios continuos digitales que están produciendo y recibiendo información de manera continua y que permiten la interacción continua. Luego habrá menos medios nacionales. Hay una tendencia a dos grandes medios por país que irá acompañada de una explosión de medios locales y especializados. De hecho, ya se está viendo en algunas naciones. Así, uno puede tener medios en Grado, en Villaviciosa, en Pravia... sin depender de una edición que sale de un gran imprenta que está en Oviedo o Gijón.

-¿Cuáles son los efectos de la globalización sobre los medios de comunicación?

-Les ha hecho más permeables. Hoy estamos en vísperas de la desaparición del soporte papel y esto ya nadie lo discute. Los grandes medios como «The New York Times» y «The Guardian» ya están pensando en cómo ir cerrando las ediciones en papel y trasladarse a ese escenario global con ediciones globales, con un sistema tecnológico muy permeable y muy capilar. Los nuevos medios ya no van a ser periódicos sino medios continuos globales y locales, que son dos planos muy distintos. Para hacer medios locales no hace falta tener aquella gran industria de la imprenta, sino que hoy desde cualquier localidad podemos crear un medio de cercanía donde se produce la interacción con los ciudadanos.